El velo 

Autora: Magaly Llaguno

Fuente: Vida Humana Internacional

 

 

"Al momento el velo del templo se rasgó en dos partes, de arriba a abajo" nos dice Mateo (27:51). Aquel velo ocultaba lo más sagrado del templo de los ojos de los fieles. Sólo los rabinos podían entrar allí, y aún así, sólo ciertas veces al año. 

Sin embargo, la muerte de Cristo y después la resurrección, rasgó aquel velo que separaba a Dios de los hombres. Ya el hombre no adora a Dios desde lejos con temor a acercarse; sino que le recibe en la sagrada eucaristía, en lo más profundo de sus entrañas y de su corazón. 

¡Cuánto amó Dios al hombre, que para poder estar mucho más cerca de su corazón, bien adentro de él, mandó a su hijo unigénito a morir en una cruz y a quedarse con nosotros en la Eucaristía! 

¡Gracias, Gran Señor, por no haberte quedado detrás del velo, que nosotros mismos, con nuestra desobediencia habíamos construído!