La pobreza espiritual

Autora: Magaly Llaguno

Fuente: Vida Humana Internacional

 

 

"Bienaventurados los que tienen espíritu de pobres porque de ellos es el reino de los cielos" ( Mateo 5: 3) dijo Jesús. ¿Pero que significa tener espíritu de pobre o ser pobre de espíritu? ¿Quiso decir acaso Jesús, que los que se conforman con poco y ponen los valores del espíritu por encima de los valores materiales son los pobres de espíritu? Sí, pero no solo esto, sino mucho más. 

Pobres de espíritu son aquellos que habiendo escogido el camino de la santidad, no miran hacia atrás cuando el Señor los llama, como hizo aquel hombre que quiso despedirse de sus seres queridos antes de seguir a Jesús. 

Pobres de espíritu son los que no les interesa la gloria o la aprobación de los hombres, sino sólo la de Dios. 

Pobres de espíritu son los que a veces por mandato divino se privan de la compañía y el cariño de sus seres queridos, para hacer la labor que Dios les encomendó; como han hecho y siguen haciendo tantos sacerdotes santos, religiosas y misioneros. 

Pobres de espíritu son los que aceptan con alegría las incomprensiones o injusticias que reciban aunque estas provengan de seres queridos y por esto sean más dolorosas. 

Pobres de espíritu son los que permanecen en las tinieblas y pudiendo buscar el apoyo o la comprensión de los humanos, buscan solo el de Dios y por amor a El sufren silenciosamente en secreto. 

Pobres de espíritu son los que solo buscan para sí la voluntad de Dios, porque se han despojado de toda ambición y solo les queda el anhelo de que en ellos se lleve a cabo plenamente dicha voluntad, sea cual sea. 

Pobres de espíritu son los que habiendo muerto por completo a sí mismos, como la semilla que cae a la tierra, producen abundantes frutos en la viña del Señor. 

Señor, haznos pobres de espíritu. Ayúdanos a renunciar a todo lo que pueda alejarnos de ti, y a depender sólo de Tu amor, pues como bien dijo Teresa de Avila en su poema: "Sólo Dios basta".