La fragilidad humana 

Autora: Magaly Llaguno

Fuente: Vida Humana Internacional

 

 

Después de resucitado, Cristo aparece por tercera vez ante sus discípulos, en el milagro ocurrido a orillas del lago de Tiberias, en el cual, a pesar de haber pasado toda la noche pescando sin resultado, al fin siguiendo las instrucciones del Señor, los apóstoles ven llenarse de peces su red. (Juan 21: 1-7 ) ¡Qué enseñanza tan grande de que sin El nada podemos! 

Jesús entonces se sienta junto a sus discípulos, y le pregunta a Pedro tres veces: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?" (San Juan 21: 15 ) Jesús dice Simón y no Pedro, y este al recordar su caída, debida a su orgullosa afirmación: "Aunque todos pierdan su fe en ti, yo no la perderé" (Mateo 26: 33); baja la cabeza humildemente con gran tristeza, contemplando su propia fragilidad humana y su antiguo orgullo. Aquella humildad, y el reconocer a Jesús como su Dios (porque sólo Dios lo sabe todo), llevó después a Simón a ser Pedro de nuevo, la roca sobre la que Cristo erigió su iglesia. 

Señor, tú permitiste que Pedro cayera en la tentación, negándote tres veces; y como tú utilizas el mal, sacando de él bien para los que te aman; a través de esa caída le enseñaste que sin humildad no te podía seguir o servir. 

Ayúdanos a aprender de nuestras propias caídas en las tentaciones pequeñas de cada día, igual que de las grandes; haciéndonos comprender que nosotros, al igual que Pedro, somos débiles y pobres criaturas que sin la ayuda de tu gracia volveríamos a ser lo que éramos antes de conocerte.