La resurrección del Señor 

Autora: Magaly Llaguno

Fuente: Vida Humana Internacional

 

 

Después de los sufrimientos y la muerte, vino para Cristo la gloria eterna: la resurrección de aquel que es Señor de la vida, y por consiguiente no pudo ser vencido por la muerte. Para nosotros los que le amamos, la resurrección tiene diversos sentidos, a cual más profundo y lleno de gozo. Pero antes de la resurrección final y triunfante, antes de la muerte terrenal; en nuestras vidas ocurren muchas otras resurrecciones. La resurrección es el triunfo para cada cristiano, el volverse como el hijo pródigo a la casa del padre. Para el cristiano, cuya vida debe ser una serie de conversiones, es un volverse otra vez a la casa del Padre después de haberle ofendido, de haber dudado, de haber sido indiferente. Cada nueva conversión es una "pequeña resurrección", un nuevo resucitar a la vida de la gracia y un preludio a la gloriosa y triunfante resurrección final. 

Gracias, Señor de la vida, por esperarnos cada día con los brazos abiertos. Tú eres nuestro Padre Celestial, y nosotros somos unas veces tu hijo pródigo y otras tu hijo fiel que siente celos de tu misericordia para con el pródigo. Y tú, en tu inmensa sabiduría, nos envias tus bendiciones para ablandar nuestro corazón y llevarnos a la vida de la gracia de nuevo. Por cada una de esas resurrecciones, (a veces diarias), y por nuestra resurrección final, la cual todavía esperamos; te damos gracias, y te glorificamos.