Morir a nosotros mismos 

Autora: Magaly Llaguno

Fuente: Vida Humana Internacional

 

 

"Entonces dijo Jesús a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y cargue con su cruz y sígame." (Mateo 16:24) Pocos cristianos comprendemos lo que realmente implica este mandato del Señor. No es fácil negarse a uno mismo, morir al egoísmo, la propia voluntad, y aún aquello que de acuerdo con la justicia legítimamente nos pertenece. Por ejemplo, la admiración, la consideración o el agradecimiento del mundo, o hasta de nuestros propios hermanos; cosas todas a las cuales muchas veces nos cuesta renunciar, precisamente porque creemos ser merecedoras de ellas y quizás de veras lo seamos. Sin embargo, ese anhelo de recibirlas solo indica, que no hemos muerto a nosotros mismos por completo, que todavía no podemos decir con San Pablo: "Estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, es Cristo quién vive en mi." (Gálatas 2:19-20) 

Señor, ayúdanos a vaciarnos por completo de nosotros mismos, para que Tú puedas llenarnos. Haz que podamos ofrecerte con alegría cada honor merecido, cada palabra de aliento o comprensión que no recibamos; para que renunciando a tales cosas por mucho que las merezcamos, podamos llenarnos más de Tí.