La vid y las ramas 

Autora: Magaly Llaguno

Fuente: Vida Humana Internacional

 


"Yo soy la vid, y ustedes son las ramas. El que permanece unido a mí y yo unido a él, da mucho fruto; pues sin mí no pueden ustedes hacer nada." ( San Juan 15: 5-6 ) 

Señor, Autor de la Vida, sin Tí no hubiéramos llegado nunca a existir, y sin tu Divina Providencia que sostiene nuestra vida e infunde en nosotros tu aliento, no podríamos continuar viviendo. Eres tú quien da vida y aliento, pero eres tú también quien nos dá la vida del alma, la fuerza arrolladora que nos permite continuar luchando por Tu Reino, aún cuando estamos envueltos en las más negras tinieblas. 

Bien lo dijiste, eres la vid: el árbol, y nosotros las ramas. Si echamos nuestras raíces a través de la oración a las orillas del río de tu gracia, de ella continuaremos recibiendo esa vida preciosa que comunicamos a nuestros hermanos por amor a tí. Si nos apartamos de tí, seremos como ramas muertas de un árbol que tarde o temprano caen. 

Pero los sarmientos tienen que estar unidos, o no podrá llegar a crecer grande la planta, y los que servimos a Cristo también tenemos que estarlo para que juntas, nuestras acciones hagan posible la manifestación del amor de Dios en el mundo. 

Gracias Señor, por darnos la vida en el instante mismo de nuestra concepción, y por renovarla y mantenerla física y espiritualmente, cada momento de nuestra existencia. Señor, que estemos dispuestos a ser tus sarmientos en todo momento, para que tu grandeza pueda manifestarse ante nuestros hermanos.