Alegría en el sufrimiento 

Autora: Magaly Llaguno

Fuente: Vida Humana Internacional

 

 

Los apóstoles habían sido azotados por los judíos, por hablar de Jesús y enseñar el Evangelio. Sin embargo, "se fueron contentos de la presencia del sanedrín porque habían sido dignos de padecer ultrajes por el nombre de Jesús" (Hechos de los Apóstoles 5:41) 

"¡Qué locura!", dirán algunos. ¡Sentirse contentos y privilegiados por haber sido azotados! Y, ¡locura aún mayor a los ojos del mundo, dejarse matar por amor a Dios, como han hecho tantos mártires! ¿Es que los apostoles, los mártires, y todos los demás santos de Dios eran masoquistas, es decir, disfrutaban del dolor que se les inflijía? ¡Por supuesto que no! Aquella alegría que ellos sentían y siguen sintiendo hoy en día todos los cristianos, aún en medio del mayor sufrimiento físico o moral; proviene de Cristo; pues como El bien dijo "Vosotros os entristeceréis, pero vuestra tristeza se volverá en gozo… y se alegrará vuestro corazón, y nadie será capaz de quitaros vuestra alegría". (San Juan 16:20-22) 

No es que el cristiano disfrute el sufrimiento, sino que se supera a él; y que lo acepta como acepta todo hijo bueno lo que venga de la mano del padre que sabe le ama profundamente y es incapaz de hacerle daño. Los cristianos de entonces, como los de ahora; nos sentimos honrados que El Señor nos encuentre dignos de sufrir por El; pues solo a un amigo íntimo, de cuyo amor se está muy seguro, se le pide semejante cosa. Jamás le pediríamos a alguien que no nos comprendiera y quisiera muy profundamente, que sufriera por nosotros y con nosotros una pena. Igualmente, Dios pide a sus amigos más íntimos, los mayores sacrificios. 

Señor, que siempre recordemos que la entrega total es para siempre, en el dolor o en la alegría, para bien en esta tierra o en la próxima que nos espera; pues esta vida es solo como bien dijo Santa Teresa, "una mala noche, pasada en una mala posada". Conserva en nosotros viva la esperanza, Señor, de que al final de esa larga noche, más mala para unos que para otros; nos aguarda un maravilloso día eterno en tu compañía.