La carga ligera 

Autora: Magaly Llaguno

Fuente: Vida Humana Internacional

 

 

"Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es fácil y ligera mi carga." (Mateo 11:28-30) 

¡Cuántas veces nos sentimos recargados de penas, trabajos y responsabilidades, y dejamos escapar una protesta o al menos un leve reproche! 

Si sólo nos diéramos cuenta de que los hermanos que nos precedieron en la fe a través de los siglos también soportaron y superaron pruebas similares y hasta infinitamente mayores. A ellos les debemos el haber podido conocer a Cristo. 

Esos hermanos confiaban en Dios, y El les proporcionó la gracia que les dió la fortaleza y el coraje para seguir adelante. Igualmente nos la dará a nosotros si se la pedimos. 

Jesús claramente nos dice que El suplirá toda necesidad, si sólo decidimos seguirle a El. Sí, es difícil ser cristiano y mucho más ser profeta en este mundo que tan vertiginosamente se aleja de Dios; pero qué fácil es refugiarnos en los brazos de nuestro amante Padre Celestial por medio de la oración y allí renovar nuestras fuerzas. Entonces, llenos de Su Espíritu Santo podremos remontar el vuelo hacia las alturas y sentirnos capaces de continuar nuestro trabajo con nuevos bríos y hasta santa alegría. 

Gracias Señor, por esa fuente inagotable de agua viva que has puesto en cada uno de nosotros, de donde brota el abundante torbellino de tu amor: ¡esa es la energía que nos mueve y nos fortalece! 

"El día que clamé, me respondiste; me fortaleciste con vigor en mi alma." (Salmo 138:3)
"Amaos los unos a los otros como yo os he amado" 

Cristo nos invita a través de este mandato, a amarnos los unos a los otros. ¿Pero comprendemos acaso hasta dónde debe llegar ese amor al prójimo? Para poder cumplirlo fielmente, primero tenemos que aprender a amar como nos ama Dios. El no pone condiciones a Su amor. En aquella parábola del hijo pródigo, la cual utilizó Cristo para ilustrar el amor del Padre Celestial, quedó bien demostrado que Dios ama al pecador y le espera siempre con los brazos abiertos. Igualmente ama a los enfermos, los ancianos, los incapacitados, etc., como lo probó Cristo al sanar milagrosamente a tantos. 

Puesto que para ser imágenes fieles de nuestro modelo y salvador (Cristo) tenemos que parecernos a El, ¿podemos acaso nosotros poner condiciones al amor que les ofrecemos a nuestros semejantes? 

Señor, tú amas incondicionalmente, dándolo todo muchas veces sin recibir a cambio a veces ni siquiera nuestro agradecimiento. Ayúdanos a amar desinteresadamente a nuestros semejantes; aún a aquellos que nos son dignos de ese amor en nuestros ojos; o a los que nos dan a cambio de nuestros esfuerzos sólo la indiferencia o el desprecio. 

Recuérdanos siempre que todo lo que hagamos por nuestros hermanos lo estaremos haciendo por ti, y que ese amor que damos, que aparentemente no tiene frutos; algún día volverá a nosotros multiplicado ciento por uno.