Una brisa suave

Autor: Padre Lucio del Burgo OCD

 

 

Si nos fijamos en los aspectos negativos de nuestra sociedad experimentaremos el  pesimismo y la amargura. La guerra, la violencia, la pérdida de los valores éticos y religiosos,…Todo esto no lo podemos ocultar.

 

Están naciendo en nuestro mundo realidades muy positivas que no podemos olvidar. El recordarlas, verbalizarlas y cantarlas, nos lleva a la alegría de vivir, a descubrir la belleza de la vida, al optimismo y al sentido de la existencia humana.

 

¿Cuáles son estas realidades?  Miles de jóvenes acuden a la cita de Benedicto XVI  con las familias en una ciudad. Esto comporta y lleva consigo no solo la asistencia a grandes celebraciones el  fin de semana sino también a otras reuniones y encuentros. No todo es fácil:  las incomodidades de un viaje,  vivir fuera de casa, un gasto de dinero, el trato con otras personas de distintas lenguas y culturas, el dormir fuera de tu cama y durante pocas horas. Las personas que han asistido nos cuentan entusiasmados que la experiencia ha valido la pena. Nos narran que su fe se ha renovado y se ha hecho más viva. Han sentido el gozo de creer en Jesucristo y de pertenecer a su Iglesia. Han pasado calor, frío e incomodidades pero todo se ha superado con un poco de buena voluntad.

 

Otro hecho. Un grupo de jóvenes de una parroquia madrileña tiene inquietudes ecológicas. De vez en cuando van a una sierra de Madrid y colaboran en la recogida de basura, o mejor, recogen los desperdicios de la gente y los meten en bolsas. Estos chavales quieren imitar a san Francisco, gran amante de la hermana tierra, de sus flores y sus frutos. Lo que hacen es como un pequeño servicio a la sociedad, sin grandes pretensiones. No pretenden cambiar el mundo porque es una cosa muy difícil. Dedican unas horas cada mes para que ese lugar esté más habitable. Enhorabuena muchachos.

 

Otro signo de los tiempos son los movimientos eclesiales. Son asociaciones de la Iglesia en las que participan familias, jóvenes, adultos y personas mayores. Sacerdotes, religiosos y laicos. Su ideal es vivir el Evangelio en el mundo de hoy. Cómo no recordar la Renovación Carismática, las Comunidades Neocatecumenales, la Legión de María, los Focolares, Taizé…Algunos hablan que se trata de un nuevo Pentecostés porque el Espíritu se está derramando copiosamente sobre todos estos grupos. Están aportando juventud y frescura a la Iglesia de nuestros días.

 

 También fuera de las iglesias se dan signos positivos que nos producen esperanza y gozo. Conozco a varios médicos de Miami que van de vez en cuando a Latinoamérica para prestar servicios gratuitos a los más pobres. Ponen a disposición de los más necesitados el talento, el tiempo y los bienes económicos que Dios les ha proporcionado.

 

Es posible que estas semillas de Dios estén también alrededor de tu familia, de las personas con las que trabajas, en tu parroquia, en tu grupo de amigos…Quizás sean signos débiles, sencillos. Pero pueden ser una brisa suave en el verano de la vida. La fuerza de Dios brota en nuestra tierra ¿no la sientes?

 

No te dejes llevar por lo negativo. Todavía hay razones para esperar. Hoy hay muchos profetas de calamidades, como diría Juan XXIII. Lo medios de comunicación nos ponen de relieve lo sombrío de nuestra sociedad. Pero la realidad cotidiana es mucho más bella. Dios sigue pasando por nuestro mundo llenándolo de belleza y hermosura, como diría el místico y poeta Juan de la Cruz.

 

Mil gracias derramando,
pasó por estos sotos con presura,
y yéndolos mirando,
con sola su figura

vestidos los dejó de hermosura.