Nuestro hermanos los Santos

Autor: Padre Lucio del Burgo OCD

 

 

En estos últimos años se ha revalorizado la figura y el mensaje de los Santos. Sin duda alguna ha contribuido la nueva Liturgia de las Horas, con la excelente selección de sus escritos. En vez de la lectura hagiográfica del Breviario que tantas sonrisas arrancaba en el Oficio de Maitines.

 

El Catecismo de la Iglesia Católica ha contribuido considerablemente al nuevo puesto de los Santos en la vida de los creyentes. Es muy notorio el recurso a su experiencia y doctrina a través de todas sus páginas. La vida de los Santos es una teología viva, un Evangelio abierto a los hombres de todos los tiempos.

 

Es grato ver cuantas citas podemos encontrar de los Santos Carmelitas en el Catecismo. Cuando se habla de la Trinidad aparece la elevación de Isabel Catez. “Dios mío, Trinidad que adoro, ayúdame a olvidarme enteramente de mí mismo para establecerme en ti” (n.  260). El tema de la oración se abre con unas palabras de Teresa de Lisieux. “La oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría” (n. 2558).La verdad es que la vida y la doctrina de los Santos son una palabra viva y actual para los hombres y mujeres de todos los tiempos. Son los mejores intérpretes del Evangelio.

 

Los Santos inspiran el camino cristiano. Y subrayo la palabra inspiradora de los mismos. Nos ofrecen motivaciones para seguir a Jesús, nos alientan en el camino de la vida. Interceden por nosotros ante el trono de Dios.  No hemos de imitarlos al pie de la letra. Es imposible vivir como en tiempos pasados, con una mentalidad completamente distinta a la nuestra. Habría que recordar las palabras de Juan de la Cruz:

“Nunca tomes por ejemplo al hombre en lo que hubieres de hacer, por santo que sea, porque te pondrá el demonio delante sus imperfecciones, sino imita a Cristo, que es sumamente perfecto y sumamente santo, y nunca errarás” (Dichos de luz y amor, n. 156).

 

Gracias a la historia y a los historiadores porque en estos últimos años nos han ofrecido una imagen más auténtica, nítida y humana de los Santos. Y además nos han enseñado a leer sus escritos con otras perspectivas. Incluso hoy conocemos mejor a los Santos que en el pasado, con lo que esto lleva de renovación e impulso evangélico.

 

Celebrar la Solemnidad de todos los Santos es recordar a los grandes seguidores de Jesús, fueron grandes hombres y mujeres que derrocharon generosidad, valentía y amor sacrificado hasta el extremo. La lista sería innumerable: Pablo, Agustín, Bernardo, Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, Francisco de Sales, Teresa del Niño Jesús… Y toda la multitud de creyentes que sólo Dios conoce. Más todavía, en este día alabamos a Dios porque sigue haciendo maravillas en la historia de los hombres, de ayer y de hoy. El amor de Dios no se ha agotado, sigue presente entre nosotros a través de nuestros hermanos los Santos.