Mi hogar

Autor: Padre Lucio del Burgo OCD

 

 

Escuchar a los grandes orantes es una fuente de sabiduría. Isabel de la Trinidad, Carmelita francesa del siglo XIX nos puede ayudar en nuestro viaje interior.

 

          Sus escritos sencillos y directos nos llevan de la mano a encontrar a Dios dentro de nosotros. Ese es su carisma y atractivo. Todos los que se han acercado a ella han aprendido, con la sencillez del Evangelio, que “el Reino de Dios está dentro de nosotros mismos”, que “somos templos del Espíritu”.

 

          Hay una música dentro de nosotros mismos que se escucha en el silencio. Es fácil acercarse a la fuente que brota en el interior. Tendríamos que retirarnos por espacio de unos momentos para escuchar la voz del Maestro interior.

 

          Todo el mundo puede cerrar los ojos y repetir lentamente: “mi alma está sedienta de ti”, “tú eres mi confianza”, “tú eres la resurrección y la vida.

 

          Isabel estaba convencida que esta experiencia era válida para todos. Por eso se la transmite a su mamá, a su hermana, a sus amigas y a todos los que se encontró en el camino. No eran grandes contemplativos sino personas de la calle y de a pie, como tú y como yo.

 

          También hoy, nosotros, fatigados por tantos mensajes, buscadores de tantas realidades que nos agotan, podemos retirarnos dentro de nosotros, a esa casa que llevamos dentro, es nuestro hogar, donde Dios nos reparte su amistad e ilumina nuestra vida.

 

          “¡Cuán manso y amoroso

recuerdas en mi seno,

donde secretamente solo moras!

Y en tu aspirar sabroso,

de bien y gloria lleno,

cuán delicadamente me enamoras!” (San Juan de la Cruz).

 

            Esta estrofa del Místico Poeta servirá una y otra vez para alimentar la experiencia más original de Isabel.

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