Respeta la vida

Autor: Padre Lucio del Burgo OCD

 

 

Hace años las españolas que querían abortar realizaban un viaje a Londres. Hoy España se ha convertido en el paraíso del aborto. Ahora vienen a Madrid y Barcelona de distintos puntos de la geografía de Europa.

 

Las cifras ponen de manifiesto esta realidad. En el año 2005 se superaron los 95.000 abortos. En el 2006 se practicaron más de 100.000 abortos. Desde que se legalizó el aborto se contabilizan en 1.024.000. Es decir, más de un millón.

 

Hemos crecido en la conciencia con respecto a la conservación del medio ambiente, se está luchando contra la violencia de género, hay más respeto a los homosexuales, la igualdad de la mujer se va incorporando a los valores morales de los españoles, los inmigrantes se van integrando a nuestra sociedad, vamos creyendo que no son una amenaza sino un bien para el progreso de las naciones. Todo esto es excelente y hay que resaltarlo pero el derecho a la vida es muy importante.

 

No sé cómo llamarlo pero hay unas fuerzas, no sé si ocultas, que van empujando a las naciones para que practiquen el aborto. Las que no lo han aprobado se sienten empujadas a hacerlo y esto con la etiqueta de la modernidad. Hoy nos avergonzamos de la esclavitud. ¿No nos avergonzaremos mañana de nuestras prácticas abortivas?

 

Mi encuentro con el aborto

 

Siempre me ha llamado la atención el dolor, la angustia y el drama de una mujer que ha abortado. En mi contacto pastoral con mujeres que se han hecho un aborto he palpado la herida profunda que queda en las mujeres después de haberse desecho del fruto de sus entrañas. Recuerdo a una mujer hispana que después de ir a una clínica para abortar y antes de regresar a su casa, llorando desconsoladamente me decía: “Padre, era así de pequeño”. “Era mi hijo”. 

 

Hace unos años hablando con un obispo cubano me contaba que en su país el aborto estaba a la orden del día, incluso entre menores de edad. El gobierno de la Isla estaba tan alarmado que había pedido a la Iglesia una mano para solucionar este problema. ¿Por qué pidió ayuda a la Iglesia? ¿Por qué? Ella no tiene clínicas ni médicos.

 

La voz profética de la Iglesia

 

Si la Iglesia proclama a tiempo y a destiempo el valor de la vida no es por alinearse en un lugar del arco político sino por fidelidad a Jesucristo y a la palabra de Dios, norma básica para el creyente.

 

“La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2270).

 

“Desde el siglo primero, la Iglesia ha afirmado la malicia moral de todo aborto provocado. Esta enseñanza no ha cambiado; permanece invariable. El aborto directo, es decir, querido como un fin o como un medio, es gravemente contrario a la ley moral” (Catecismo, n. 2271).

 

Nos alegramos del progreso de nuestra sociedad. Nos conforta que tengamos una mejor calidad de vida, hoy la existencia humana se ha alargado. Hemos crecido en el respeto y la igualdad. Somos más tolerantes aunque hace ya muchos años un escritor español dijo que en España escarbas  un poco y sale la inquisición. Pero en el respeto a la vida hemos descendido. El aborto ha llegado a ser una manera inofensiva del control de la natalidad. Y esto no nos favorece. Cuando la Iglesia habla de estas cosas, a veces la gente se ríe y su palabra no es considerada. Es comprensible. El defender la vida en todo momento me parece un derecho fundamental, los no nacidos son los seres más débiles e indefensos y estas motivaciones están en el corazón del Evangelio. Nosotros no podemos hacer otra cosa y pedimos respeto para nuestra forma de pensar y actuar.