La eficacia de obedecer

Autor: Padre Luis de Moya

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En la celebración de san Francisco Javier nos ofrece la Liturgia de la Iglesia el pasaje evangélico de la curación del siervo (Mt 8, 5-11) que el centurión. Un milagro, entre los numerosos realizados por el Señor, con el que se pone de manifiesto, entre otras virtudes, la obediencia humilde. Una característica del carácter humano y sobrenatural imprescindible, tanto en el desenvolvimiento de nuestra vida humana ordinaria, como, con mayor razón, para nuestra vida sobrenatural de relación con Dios. 

De sobra sabemos que no es la docilidad un rasgo del carácter que resulte atractivo en nuestros días. Por el contrario, más bien despiertan el interés y la admiración de nuestros contemporáneos las personalidades que se imponen. Los que, seguros de sí mismos arrastran a los demás y llevan tras de sí un, más o menos numeroso, cortejo, esos son los que despiertan la admiración de la mayoría. Ser líder autónomo, autodidacta a ser posible, es un sueño ideal para bastantes. 

No se trata, ni mucho menos, de una ilusión extrema, que se dé exclusivamente en personalidades con delirios de grandeza, que casi rozan la patología. A poco que examinamos nuestra conciencia 

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