Un minuto con Dios

Autor: Luis Céspedes Soto 

 

 

Un nuevo día se abre a nosotros, y con el un mundo nuevo viene a sonreírnos, si sonreír, porque aunque haya amarguras y sufrimientos, dentro de nosotros esta la alegría, si la queremos dejar escapar bien, si la queremos esconder también, pero solo nosotros somos los dueños de esa felicidad que Dios mismo puso en cada uno de nosotros.
No podemos estar tristes, nada debe ensombrecer nuestro camino, si lo tomamos desde temprano con buenas compañías y que mejor que la de Jesús, nuestro buen amigo, nuestro siempre acompañante, en las buenas y las menos buenas siempre esta a nuestro lado.
Hoy se abrieron los cielos desde temprano, se corrieron las cortinas del universo para dejarnos ver las grandezas del tuyas, con su ojo avizor, contemplo uno a uno, con gran amor y ternura, haz ido regalándonos, las fuerzas necesarias para empezar un nuevo día que con tu misericordia y tu bondad, iremos sacando adelante.
Señor Jesús, si siempre estas a nuestro lado, como es posible que no te admiremos, que no nos demos cuenta de que tu presencia en nosotros, sea una bendición.
Tu llegas hasta nosotros y con ese amor de Padre, tomas nuestras cuentas y las deshaces como los pétalos de una flor que se esfuma en las manos del niño que juega con un corazón enternecido buscando la respuesta de su primer amor en ella de, me  quiere, no quiere, si me quiere, no me quiere.
Señor como podremos agradecer que sin cansarte, sin excusas, sin engaños, siempre pienses como lo haces, en nosotros que te somos tan infieles y que tan fácilmente te ignoramos o te cambiamos por las pantallas del mundo que engaña nuestras mentes y desasosiega nuestro espíritu.
Como hacer Señor para que de una vez por todas entendamos nuestra misión aquí en la tierra, nuestra finalidad, del porque nuestra presencia en este universo tuyo que gira y gira sin parar y que busca nuestra realización espiritual.
Todos los días, llegas hasta nosotros confiado, esperando encontrar en nosotros un cambio, pero nos encuentras desorientados divagando, dando tumbos, buscando alcanzar lo que en ti ya tenemos. 
Jesús, queremos ver, toca nuestros ojos soñolientos y cansados que no aprecian el valor de tu presencia, ojos que se cierran ante las mil insinuaciones tuyas para que busquemos la paz y el amor que debe prevalecer entre nosotros tus hijos.
Toma Señor cada partícula de nuestro ser y transfórmalo, que sintamos ese deseo inmenso de ir avanzando en este camino que es pedregoso, pero con la firme esperanza de que tu vienes con nosotros, que nuestra misión Señor sea la de llegar hasta cada hermano que no pueda ver, para decirle que Tu Señor has pasado sanando y que puede quitar el velo que cubría su rostro.
Señor, queremos acogernos a tu infinito amor y pedirte por nosotros mismos, pedirte que renueves lo que en nosotros se ha desgastado, que hagas surgir aquellos niños que aprendieron a ir a visitarte a tu hogar, pedirte que nos hagas como esos niños que no tiene rencor, ni odio, ni malos pensamientos, como esos niños que no tiene ningún interés de perjudicar a sus demás hermanos y amigos.
Haznos Señor, la tu imagen y semejanza.