Un minuto con Dios

Autor: Luis Céspedes Soto 

 

 

Cuantas veces caminamos sin sentido, vivimos como si estuviéramos en un mundo artificial, como si no hubiera nada a nuestro alrededor, surgen entonces los deseos de encontrar, pero que ?, comenzamos entonces a dar tumbos, a ir de aquí hacia allá, a caminar errante en búsqueda de una felicidad que nos pueda sacar de una soledad que aunque estemos con muchas personas y cosas a nuestro alrededor, parecen que no estuvieran, una soledad interior nos indica que hay algo muy especial que debemos encontrar y entonces poder decir con plenitud que somos felices y que todo tiene un sentido 
Vamos como los discípulos que iban camino a Emaús, absortos en si mismos, tristes, melancólicos y dolidos, porque el timón de donde habían estado sujetados se les había perdido, no tuvieron ni por un instante la fe que pudiera haberse resistido al hecho de que aquel que había dicho que tumbaran el templo y en tres días lo edificaría.

Ya no buscaban, solo caminaban decepcionados y frustrados como tantas veces, nosotros caminamos, perdidos, sin aliento, sin fuerzas y sin esperanza, porque a pesar de que esta junto a nosotros no le vemos, cuando los discípulos se percataron de que era Jesús quien se les había aparecido y que había tenido un diálogo con ellos, expresaron, no sentíamos fuego en nuestros corazones.

Hoy día hermanos (as), no siente esta humanidad fría el fuego del Señor en su espíritu guiando y labrando el camino, a pesar de que lo hace frente a nuestros ojos y corazones cerrados, El está ahí en medio de la dificultad, en medio de la palabrota que proferimos, al hermano, en medio del dolor que sentimos y causamos, en medio de nosotros, así, con nuestros errores y con nuestras iniquidades, pero como hacer para que como hicieron esos discípulos de Emaús, despertemos y nos demos cuenta de que día a día, minuto a minuto quizás perdemos la perla preciosa de la que nos habla el Evangelio, a causa de nuestra indecisión, a causa de nuestros dioses falsos que nos hacemos para estar sumidos en una felicidad inexistente.

Señor, en estos momentos en los que caminamos sin sentido, absortos en lo nuestro pero sin tener un aliciente real por que buscar el cambio, te pedimos nos exhortes a clarificar nuestra mente y corazón y nos enseñes a buscar la dicha eterna que se conseguí simplente despertando del letardo en que la humanidad se ha sumido y busquemos la verdadera fuente de la que fuimos creados y a la que un día tendremos que llegar de nuevo.

Que estos días santos que vienen ya, quiebren nuestros corazones y regresemos como lo hicieron los discípulos de Emaús a dar testimonio de que Jesús no había muerto que había resucitado y esta entre nosotros.

Amén.

Paz y bien.