Un minuto con Dios

Autor: Luis Céspedes Soto 

 

 

Que bueno Señor el poder estar contigo, contemplarte, admirarte, adorarte y sobre todo, poder mantener un dialogo que nos lleve a muchos temas que quizás no imaginamos que podemos tener en este encuentro contigo.
Saber Señor que Tu estas esperando el momento propicio, el momento en el que nuestro corazón esté mas receptivo para penetrar en el, con tus inmensos deseos de poder convencernos de que podemos encontrar en ti la fuente que 
llenara para siempre nuestra vida, para poder concientizarnos de que a partir del momento en que abramos nuestros corazones, ya no volveremos a ser los mismos, pues ya no seremos nosotros mismos, sino como dijo una vez Pablo
ahora serías tu en nosotros.
Así pues Señor, abrimos en estos momentos los corazones y nos ausentamos de nosotros mismos, dejamos nuestra casa abierta de par en par, para que entres en ella y recorras, todo espacio, todo rincón, para que mires en donde hay
basura y te dispongas a sacarla, nosotros estamos dispuestos Señor, penetra Señor hasta el fondo del alma y llénanos de Tu luz y de tu paz.
Abrimos nuestros corazones, nuestras almas, nuestros brazos, para en un inmenso abrazo de amor fraternal, poder quedarnos por todo el día y por siempre apoyados en ti, en tu misericordia, en tu amor, en tu bondad que todo lo puede
y todo lo perdona, entra Señor en nosotros y lava las manchas, sacude Señor hasta lo mas profundo de nuestro interior, levanta Señor todo lugar en el que puede haber polvo acumulado, polvo que cubre nuestra calidad humana, para dejar ver una cara menos cristiana y que nos aleja de Dios.
En este momento Señor, dejamos nuestra carrera, nuestro entorno, para viajar hasta las desconocidas interioridades nuestras y así, junto a ti Señor, puedas irnos mostrando, cada uno de esos lugares en los que hay suciedad y desatención Muestra Señor todo aquello que tenemos ahí tapado, guardado con recelo y que no queremos que salga a la luz, porque quizás presentimos que nos puede hacer daño, pero solo curando Señor las heridas es como podemos dejar sanarlas, solo tomándonos las medicinas, podemos ir mejorando y así por igual la medicina por excelencia que nos traes hoy Señor, es para que la utilicemos y poder así sentirnos aliviados y llenos de Ti.
En tus manos Señor, ponemos nuestros corazones de barro, transfórmalos Señor en corazón de carne que puedan dar y dar, sin pensar en que tienen que recibir.
Amén 
Paz y bien