Un minuto con Dios

Autor: Luis Céspedes Soto 

 

 

Que bueno Señor estar contigo una vez mas, sabiendo que Tu esperabas este momento y que tenías la plena confianza en nosotros que si llegaríamos hasta ti, para que converzaramos un poco, gracias a Ti, que siempre estas en nuestros corazones, no te fallamos, no te dejamos ahí esperando el momento profundo de colocar tus sentimientos en lo mas profundo de nuestro ser.
Padre bueno, venimos hoy repletos de Ti, pues como sabes, porque estuviste ahí, ese momento cumbre de Cristo Eucaristico, fue tremendo, tocaste nuestro corazón y todas las venas y arterias de nuestro cuerpo, todo nuestro interior
fue estremecido por ese momento sin igual en el que nuestros corazones se hacen uno solo con el tuyo.
Gracias por esa trasfución de amor, paz, ternura, perdón y esperanza que nos hiciste, cuando tu mismo te nos dabas en ese pequeño trozo de pan y en ese poco de vino, que milagro tan grande Señor, que momento mas maravilloso.
Señor, tantas cosas dejaste en nuestros corazones que no caben en nosotros, y estamos deseosos de transmitir, todo lo bello que nos mostraste, todo ese calor que pusiste en nuestra alma y corazón.
Solo te pedimos Señor, que despues de recibirte en esa forma tan especial, nos des la oportunidad de tratar con muchos hermanos y hermanas, para transmitirle ese contento, ese gozo que tiene nuestro corazón inquieto.
Solo te pedimos Señor que toques tambien nuestros labios, porque nuestro corazón ya es tuyo, que toques nuestros labios para que ellos proclame tu alabanza, para que nuestra boca, alma, vida y corazón, sean un testimonio tuyo, viviente, que nosotros podamos decir con solo que nos miren, y este (a), que le pico, pues que sepan que nos pico, el amor que tu derramaste y derramas todos los días en la Eucarístia por todos nosotros, nos pico que ya calaste todos nuestros huesos y abrimos los ojos para darnos cuenta de que estas ahí frente a nosotros, vivo, atento, esperando nuestra llegada y con los brazos abiertos nos recibís, pues siempre has estado ahí, esperando, deseando el momento cumbre en que nuestros sentimientos y valores sean uno solo contigo.
Permítenos Señor que fundamos nuestras almas con la tuya y que de ahora en adelante, nuestra voluntad, nuestro trabajo, nuestras inquietudes, fracasos y alegrías, sean compartidas entre tu y nosotros.
Amén.
Paz y bien.