Fundamentalismo islámico e ignorancia

Autor: Padre Llucià Pou Sabaté

 

 

Estamos asistiendo a una ola de integrismo en muchos países, que están bajo la bandera de un fundamentalismo musulmán. Hemos visto cómo el tesoro artístico de Afganistán se desmoronaba por la fiebre iconoclasta (en los países europeos no somos muy ajenos a estas fiebres, por cierto, basta recordar la última guerra de España). En Argelia hay una hostilidad feroz ante los que no piensan como ellos. El Arzobispo de Argel dice que “no estamos en la situación de los primeros siglos en los que se obligaba a los cristianos a renunciar a su fe bajo pena de muerte. Estamos ante una ideología de vuelta a la identidad que amenaza con expulsar y, si es necesario, con matar a todos aquellos que reclaman el derecho a la diferencia”. Así, las consecuencias las vemos todos los días: recuerdo los noventa y tres cristianos que se habían negado a convertirse al Islam, asesinados en las islas Molucas (Indonesia) a finales del año 2000; donde también la BBC afirmaba que centenares de cristianos tuvieron que huir de la isla para encontrar refugio en islas cercanas. Fue un triste recuento el de aquel año: más de 4.000 víctimas sólo en el 2000, mientras que medio millón de personas se han visto obligadas a huir. Por otro lado, Radio Vaticano confirmaba la noticia de que en Afganistán se establecía la pena de muerte para los misioneros, así como para quien se convierta al cristianismo. Éste es un tristísimo ejemplo de la intolerancia que reina, en general, en muchos de los países islámicos. La masacre de cristianos en las misas de Nochebuena en Indonesia fueron otros ejemplos, como parte de un plan de forzarles a convertirse al Islam: “Los hombres son circuncisos, las mujeres son sometidas a la ablación. Los cristianos de las Molucas sufren mutilaciones de los órganos genitales como signo de pertenencia al Islam”, revelaban las fuentes de Fides en Ambon y Jakarta. El Gobernador de Ambon, Saleh Latuconsina, responsable del Estado de Emergencia Civil de las Molucas, ha reconocido que “es innegable que en Keswui y Teor está sucediendo una islamización forzada”. 
Quizá estudiando un poco de historia veíamos cosas similares en la Europa de otros tiempos. Y no hay que irnos muchos siglos atrás para ver las barbaries que se han hecho –y se hacen- en nombre del progreso. La reducción de la religión al ámbito privado puede haber provocado por un lado el ateísmo contemporáneo, y como fruto de la consiguiente destrucción de la unidad de la persona, una separación entre fe y vida, nada tiene de extraño que proliferen en nuestra época los fundamentalismos; e incluso las conversiones al islamismo, pero son interpretados por un estudio publicado en “Alfa y Omega” como que “el vacío de verdad y de sentido, propio de la mentalidad escéptica difundida en Europa, es rellenado de un modo ventajoso por una religión que pide sólo un acto de fe en Dios y parece no poseer dogmas, misterios, estructuras jerárquicas, ritos sacramentales”. 
Es verdad que nos encontramos con problemas importantes, al incorporar un fenómeno religioso como es el Islam que “no conoce la palabra ‘persona’, la fuente de los derechos es la comunidad islámica; en los países islámicos, los cristianos son considerados a menudo ciudadanos de segunda categoría”; que tienen un manual de instrucciones que es el libro sagrado, y enseña que el hombre no puede llamar a Dios Padre, sino que ha sido creado para ser siervo. A nivel social, el Islam no tiene la idea de Estado laico, y por tanto el Corán no es sólo un código religioso, sino también político. En las mezquitas se recibe sólo una catequesis espiritual, puesto que el Islam es política, economía, cultura y sociedad. Y como las mezquitas son un lugar sagrado en sentido fuerte, no deja de serlo aunque se les deje por un tiempo, pues para ellos una mezquita lo será ya siempre jamás. Cosa que hay que tener en cuanta a la hora de dejarles unos locales. 
De todas formas, me parece que además de unas razones antropológicas también este fundamentalismo está causado por el neocolonialismo que han sufrido estos países por parte de los países más desarrollados: chuparles la riqueza y no educarles, poner unas personas que gobiernen como marionetas, que cuando quieren emanciparse hacen barbaries, cosa que no nos preocupa mucho a los Estados “modernos” porque así les vendemos armas para que se maten; eso sí, mientras no se toquen los intereses económicos como en el caso de la guerra del Golfo. Pienso que la causa del fundamentalismo es la ignorancia, y en parte los culpables somos nosotros, por no ayudarles en su promoción cultural, social, económica... En el modo de acogerlos, no hay que olvidar los problemas, pero hasta que se vaya a la raíz (ayudar a esos países) el choque cultural será inevitable, por muchas leyes que se hagan.
Mientras tanto, tiene que haber verdadero respeto con los que llegan, porque además todos somos un poco inmigrantes... de manera que no hay que dramatizar con lo de la “identidad de nuestro pueblo”, es una cuestión de profundizar en nuestra cultura, y enriquecernos con los que llegan. Pero también hay que procurar que no haya por parte de los que llegan “dureza en el exigir que los demás se adapten a sus normas de vida, su sustancial intolerancia religiosa ampliamente comprobada en muchos países, sus intenciones de conquista (que además no ocultan)”, dice un documento italiano que concluye con un llamamiento a los políticos que “no pueden dejar sin respuesta pertinente los interrogantes de sentido común que se hacen: ¿cómo se piensa hacer coexistir el derecho familiar islámico, su concepción de la mujer, la poligamia, la identificación de la religión con la política —todas estas cosas de las que los musulmanes no sólo no desisten, sino que, si tienen fuerza, las imponen— con los principios y las reglas que inspiran y gobiernan nuestra civilización?” Además, es muy distinta la cultura de esos países (Marruecos y Argelia, por ejemplo), y entre ellos los distintos tipos humanos (árabes, bereberes) son muy diferentes en manera de vivir e integración. Nos hace falta a todos un poco más de conocimiento de la historia, y ver que las grandes migraciones a la larga han enriquecido las civilizaciones que tenían síntomas de decadencia, y en esa esperanza abriremos las puertas a los que tienen derecho a ser acogidos, pues todos los problemas citados son menores comparados con el derecho de ser acogidos, las fronteras son un invento humano y las personas que no tienen tierra tienen derecho a ir a las tierras que no tienen pobladores, como los que tienen una familia y carecen de trabajo tienen derecho a ir donde hay empleos que necesitan brazos.