El error de precipitarse
Autor: Padre Llucià Pou Sabaté
Genghis Khan, rey mongol, cuando descansaba de sus guerras,
salió a cabalgar por los bosques con halcones para cazar, y al ser un día
caluroso, tenía sed cuando vio agua goteando de una roca. Tomó un tazón de barro
para llenarlo y ya se disponía
a
beber cuando oyó un silbido y sintió que le arrebataban el tazón de las manos.
El agua se derramó. Era su halcón preferido, que ahora estaba arriba, en la roca
de donde bajaba agua. Intentó volver a llenar el tazón y se repitió la escena.
El rey desenvainó la espada mientras ponía el tazón en el hilillo de agua:
“Amigo halcón, esta es la última vez”. Cuando el halcón bajó y le arrebató el
tazón de la mano, con una rápida estocada hirió al ave, que cayó sangrando a sus
pies. “¡Ahora tienes lo que te mereces!”, dijo. Y al ver que su tazón al caer se
había roto, decidió trepar por la roca de donde goteaba el agua, para beber
directamente allí. Había un charco con mucho agua, pero ¿qué había en el charco?
Una enorme serpiente muerta, de la especie más venenosa. El rey se detuvo.
Olvidó la sed. Pensó sólo en el pobre halcón: “¡me salvó la vida! ¿Y cómo le
pagué? ¡Era mi mejor amigo y lo he herido!”. Bajó la cuesta, tomó suavemente al
pájaro y lo llevó a palacio para cuidarlo, diciéndose: “Hoy he aprendido una
lección, y es que nunca se debe actuar impulsado por la furia”.
Al final de la escapada
(1959) es un film de Jean-Luc Godard, una de las obras más
emblemáticas de la
Nouvelle Vague y del propio
Godard; J. M. Caparrós señala: “cuenta la historia de un marginado de la
sociedad moderna, amante del cine negro americano, que encarna la constante
principal de este autor: la liberación como meta, en una existencia sin orden,
reglas ni sentido aparente. El protagonista es un joven parisino a la deriva,
Michel (Jean-Paul Belmondo), que sería traicionado por su amante, Patricia
(Jean Seberg), para demostrarse a sí misma que no le amaba”, llama a la policía
quizá también por cumplir las leyes, por hacer lo que creía justo, o por dejarse
influir por las palabras del policía... Soberbia la escena cuando ella, ya
tarde, ve que en realidad sí que lo amaba.
En medio de un "egocéntrico conformismo" que lleva a los protagonistas a la
deriva, como muchos desmotivados de hoy, y de ahí su actualidad, se bebe –es la
provocación del film- un atroz pesimismo, náusea ante la vida y las relaciones
humanas, la traición, la insensatez de cualquier alternativa, la inutilidad de
todo esfuerzo, un repudio del mundo en forma de náusea y desesperación, comenta
Román Gubern. Como le dice Michel a Patricia en el film, entre la pena y la
nada, elige la nada. Entonces como ahora, se ve la “soledad de unos seres
temerosos de comunicarse sus verdaderos sentimientos, logrando reproducir
cierto ritmo jadeante y angustioso, propio de nuestro tiempo, con una fidelidad
que la elevó a la categoría de testimonio” (José Luis Guarner).
Pienso que en la era moderna la percepción de la realidad
ha sido elevada a la categoría de verdad, y es falso: la verdad no puede ser
abarcada por una percepción única, tiene muchos matices y nunca se “pillan” por
entero, está abierta a sucesivas aproximaciones y nuestro conocimiento se tiñe
de emociones, influido por lo último que nos pasa y vemos según el color de cada
momento. Pero esto no significa que no haya verdad, sino que no la alcanzamos
nunca por entero. De ahí el pecado de impaciencia, de dejarse llevar por una
percepción momentánea y romper una amistad, discutir hasta la violencia,
empecinamientos diversos que se deben a una percepción parcial que queda
fosilizada como una foto y que se quiere hacer pasar por la realidad del otro.
Los fundamentalismos van por ahí, y también se aplica a las enemistades con las
personas. Como ocurre en el caso contrario: como la conciencia tiene “fallos”,
uno se somete a otra persona o a reglas religiosas o sociales –formas de
puritanismo, sustitución de la conciencia personal por una colectiva. Cuando hay
armonía en el
acto de abrirse al amor incondicionado de Dios y buscar también un “norte” en el
amor a los demás, es cuando se puede vivir en paz, fruto de la lucha en ese amor
que busca la verdad y esa verdad que es fruto del amor.