Jesús histórico, ante “Códigos” e invenciones 

Autor: Padre Llucià Pou Sabaté

 

 

Dan Brown sigue vendiendo sus obras, “El código Da Vinci” y las posteriores. La figura de Jesús vende; por eso se forman lugares comunes alrededor de su vida y la de sus seguidores, como María Magdalena. Desde los diversos Evangelios apócrifos hasta la obra de Benítez y los platillos volantes, aparecen periódicamente artículos o libros que se hacen eco de fábulas sobre un Jesús de tradición egipcia, como si fuera un personaje inventado, la idea peregrina de que fue inventado por sacerdotes de Serapis en el antiguo Egipto. Es lógico que si no hay fe aparezcan historias variadas sobre el personaje más importante de la historia, pero es una pena que se falte al respeto a la verdad. En cualquier caso, hay muchas narraciones sobre Jesús buenas, algunas son historia, como las recientes de A. Puig, Rovira Belloso, o de hace más tiempo como la de Martín Descalzo; otras son noveladas, como las de Papini, Guitton, François Mauriac... La pregunta que nos hacemos es: ¿Qué sabemos, desde el punto de vista científico, qué nos dice la ciencia histórica, del auténtico Jesús?

          Es verdad que hay ciertas similitudes entre las fuentes literarias de la Biblia y de los pueblos vecinos a los judíos. Estas fuentes son muy variadas, no sólo egipcias. Joan Montalvo (1832-1889) señalaba que hay una gran sintonía de Sócrates con lo que Jesucristo enseñó después, hasta el punto de afirmar que “si Sócrates hubiera vivido en el tiempo de Jesús, hubiera sido el primero de sus discípulos". En realidad, ese autor llega a exagerar la similitud entre los dos: la doctrina de Jesús tiene una especificidad muy concreta, que no tenía Sócrates (la humildad, el perdón...), son valores genuinamente cristianos. Sin embargo, también Jesús tiene la cultura de su época, y dentro de su cultura la influencia de la filosofía griega es mucho más fuerte que la egipcia, que es la que parece estar ahora de moda. Basta ver los libros de Lucas para darse cuenta de la influencia griega. Pero mucho más importante en su ambiente cultural es el pensamiento y la tradición judía, esto es evidente, basta ver los escritos de Mateo o de Pablo.

          El mensaje cristiano aporta, al contrario del que se dice en muchos de estas historias noveladas, grandes cosas a la tradición judía dónde está injertado este mensaje, y todo esto se concreta en el sermón de la montaña (cfr. Mateo, capítulos 4-6): por ejemplo el amor a los enemigos y el perdón, la misericordia divina que se condensa en una parábola genuina, grandiosa evidencia de las luces nuevas que Jesús nos da en la revelación del Dios que es el de los judíos, pero que ahora se desvela su verdadero rostro: la historia del hijo pródigo.

          Para llegar al auténtico Jesús, las fuentes más fidedignas son la tradición cristiana, es decir la vida de la Iglesia, pues en aquellos tiempos la mejor historia está recogida en la tradición oral; pero de entre las fuentes escritas las bíblicas son las más importantes para llegar al Jesús histórico. El primer papiro de los escritos de San Juan hemos de datarlo sobre el 125: ¡sólo 25 años después del escrito original! Hay muchos papiros antiguos, que se extendieron por todo el mediterráneo con variantes prácticamente irrelevantes lo cual prueba la seriedad en que el texto no se acomodaba a las culturas, sinio que se respetaba en su modo original. Por citar alguno próximo a mi tierra, el "papirus Barcinonensis" es del final del s. II, y es el más antiguo del evangelio de Mateo. Esto, desde el punto de vista de la ciencia histórica, es algo definitivo, pues no hay otro escrito de la antigüedad del que se conserven tantas copias, ni tan próximas en el tiempo al escrito original. Por ejemplo, las obras de Platón (del siglo IV antes de Cristo) se basan en copias del siglo IX después de Cristo (¡1300 años después!), y lo mismo diríamos de otros escritos de máxima relevancia de la antigüedad, como Julio César (1100 años después). No hay duda de autenticidad sobre las fuentes bíblicas, en cuanto que es de las más documentadas de la historia, una duda sobre ellas supone dudar aún más de las otras fuentes de la historia que conocemos. Además, si otros personajes como Sócrates (el pensador más importante después de Jesús) son pacíficamente admitidos aunque no se tengan datos directos de su existencia sino citas de otros, como Jesús implica un cambio de vida y ha sido causa de contradicción, esas polémicas han hecho que se trabajaran más las fuentes, y ha favorecido la ciencia histórica.

          Es particularmente importante el conocimiento que tenemos de la documentación romana, por mostrar qué referencias hay de los contemporáneos a Jesús, qué dicen sobre Él. Petronio, en el "Satiricón" (escrito entre el año 64 y el 65, y por hacer burla de los cristianos hace referencia a algunas escenas de la vida de Jesús narradas en el Evangelio de Marcos (unos estudios recientes demuestran que conocía perfectamente este Evangelio, que tenemos que datar antes de esta fecha, bien en la forma actual o en una anterior). Esto es interesante porque si situamos los Evangelios pocos años después de la muerte de Jesús, cuando todos están vivos, no hay posibilidad de corromper tradición alguna, tanto en palabras como hechos de la biografía de Jesús. Conste que estamos considerando estos textos no desde el punto de vista de la inspiración divina, esto es de la fe, sino desde la perspectiva de fiabilidad histórica.

          Otro de los autores romanos es Plinio el Joven, que escribió una carta al emperador romano Trajano, hacia el año 112, y dice que los cristianos "cantan un himno a Cristo, invocándolo como un dios" (Epístola x, 96). Esto muestra cómo era la primitiva liturgia, y por tanto no es que se haya montado un culto posterior.

          Y el historiador Tácito, también romano, hacia 115 tiene un escrito, "Anales" que en el capítulo XV cuenta los rumores que Nerón provocó para desviar la responsabilidad en el incendio de Roma: "presentó como culpables y castigó con suplicios refinados los denominados cristianos, que la gente odiaba por sus delitos. El autor de este nombre, Cristo, durante el imperio de Tiberio, había sido condenado al suplicio por el procurador Poncio Pilato; pero, aun cuando reprimidos por el momento, la perniciosa superstición volvió a resurgir, no sólo en Judea, origen del mal, sino también en la Urbe".

          Por último, Suetonio hacia el año 120 hace referencias en sus libros sobre Claudio y Nerón, aunque tiene un error de transcripción, que en lugar de "Cristo" escribe "Cresto".

          En cuando a los documentos judíos, el Talmud (recopilación más importante de escritos rabínicos) habla de Jesús como un traidor al que "se colgó la vigilia de la fiesta de la Pascua", y varias veces hace referencia a Jesús. El historiador judío Flavio Josefo también trata de Jesús en la "Guerra Judaica" (obra del año 79) y "Antigüedades Judaicas" (del 95). Esta cita no está bien documentada en la crítica como las otras, pero aunque pueda tener interpolaciones posteriores, hay referencias ciertas: "existió en este tiempo Jesús, hombre sabio, si se puede decir hombre, puesto que hacía obras extraordinarias y era maestro de hombres que acogen con placer la verdad. Atrajo muchos judíos y también muchos griegos. Era el Mesías. Habiéndolo castigado Pilatos con la cruz, por denuncia de los hombres notables entre nosotros, aun así, no desistieron aquellos que lo habían estimado desde el principio. Se les apareció al tercer día otra vez vivo, según habían dicho antiguamente los divinos profetas sobre él y de otros mil cosas admirables. Aún hoy no ha decaído la tribu de quienes, a partir de él, se denominan cristianos" (cap. XVII, 63-64).