Colonia 2005, los jóvenes de la continuidad (2)

Autor: Padre Llucià Pou Sabaté

 

 

El Cardenal Joachim Meisner, Arzobispo de Colonia hablaba de cómo las reliquias de los Reyes Magos –que se conservan en la Catedral- expresan el camino que siguieron aquellos hombres, hacia un lugar desconocido con el propósito de adorar al rey recién nacido. La estrella les guió a Belén desde la altura, expresa que siempre podemos encontrar a Jesús, todo el año es epifanía del Señor, en Jesús se encuentra “la meta de la vida, la culminación de cualquier búsqueda y anhelo”. La historia de los Magos ha sido el motivo de los jóvenes peregrinos de esta Jornada: seguir la estela de estos buscadores de Dios. Muchos de nuestros contemporaneos “pueden perderse en caminos equivocados o callejones sin salida”, y hemos de ayudarles a “encontrar el camino a Jesucristo, el único que nos hace feliz y puede significar la culminación de un ser humano”. Colonia ha sido en la historia una ciudad abierta al mundo, a tantos peregrinos que fueron allí en el transcurso de los siglos. El Papa ha usado estas palabras en su discurso de la Catedral, y ahora en la vigilia enfocaba este peregrinar hacia la adoración eucarística. 


El domingo hubo la Misa. El Papa no pudo pasar –como quería en un principio- por las diversas calles del Marienfeld, por eso dijo al comienza de sus palabras: “Saludo a cada uno de todo corazón”: “Hubiese deseado circular en el papamóvil a diestro y siniestro por todo el recinto, para poder estar cerca de cada uno…, esto no ha sido posible a causa de los caminos dificultosos. Pero el Señor ve a cada uno y lo saluda“. El Cardenal de Colonia, en su saludo al Papa, dijo que con un millón de peregrinos, 800 obispos y 10000 sacerdotes en el “Marienfeld”, “Cristo se vuelve palpable, audible e visible”. 


Un componente principal de estos encuentros es el enriquecimiento con muchas personas a las que vamos encontrando. Me decía un alemán que el Papa ha dado en el clavo al subrayar que Dios es lo importante, pues hoy se deja de lado; añadía que este encuentro podia significar mucho para Alemania tanto en la fe que expresa aquella multitud, como las palabras opurtunas del Papa: “Hoy en día se aprecia un extraño olvido de Dios en grandes partes del mundo. Los hombres creen poder apañárselas sin él. Pero a su vez les invade un sentimiento de frustración, de insatisfacción con todo y con todos: ¡Esto no puede ser la vida! Decididamente no lo es.” Se buscan formas de religiosidad, “pero las religiones que nos buscamos nosotros mismos al final no nos ayudan. Son cómodas, pero en momentos de crisis nos abandonan. Ayudad a las personas a descubrir la verdadera estrella que nos muestra el camino: Jesucristo.” Hablando de la fiesta del domingo, insistió –fue una de las muchas frases aplaudidas- en que “este tiempo libre se queda vacío, si Dios no tiene un lugar en él.” 
Estos días –decía el Papa al despedirse- “han hecho visible una Iglesia joven, que con imaginación y valentía quiere esculpir el rostro de una humanidad más justa y solidaria. Siguiendo el ejemplo de los Magos, los jóvenes se han puesto en camino para encontrar a Cristo, como recuerda el tema de la Jornada Mundial de la Juventud. Ahora regresan a sus pueblos y ciudades para testimoniar la luz, la belleza y el vigor del Evangelio, del que han hecho una renovada experiencia”. El optimismo se veía en las caras, y se oían comentarios del tipo: “esto para Alemania ha sido una revolución”, “una vitamina”, “no estamos solos”, “después de esto, este Papa puede conquistar Alemania”… 


Los Magos trajeron oro, incienso y mirra. Sus regalos fueron un modelo para la entrega del corazón que se nos pide a nosotros, estos tres donde los podemos ver como la entrega de lo mejor de nosotros mismos: amor, libertad, inteligencia; y de las tres virtudes del amor, la fe y la esperanza. El oro del trabajo hecho por amor, y la lucha para ser cada día mejor que es la obediencia de la fe, manifestación suprema de libertad; el incienso es la adoración, al reconocerle Dios, que es el modo de amor más perfecto; la mirra que es el sacrificio, la renuncia de sí que es preferencia de Dios en la esperanza, el mayor acto de la inteligencia que en su humildad se da a los demás.