Orar por los que nadie ora

Autora: Kary Rojas

Libro: Almas gigantes

 

 

En muchos rincones de la tierra, tal vez ahí en la puerta de tu casa, o a la vuelta de la esquina, hay alguien que aunque quizá a diario tropiezas, no te detienes a verlo, y no ofreces una oración por él.

Tantos niños abandonados, que crecen en la calle sin amor, luchando por sobrevivir, unos mueren de hambre, otros de frío, muchos asesinados, y permanecen en el olvido, sin que nadie ore por ellos. Jóvenes que se hunden en la droga, porque les hace falta amor y comprensión... Niños que mueren sin haber nacido, abuelos olvidados en una institución... 

Enfermos en hospitales de beneficencia, que nadie visita y mueren de dolor... soldados que juegan la vida por defender la patria, sin que nadie los llore o les regale una oración. Famosos que se sienten omnipotentes, no creen en Dios, piensan que muchos los quiere, y no los aman a ellos, sino su posición... 

Aquel que por falta de amor, llenó su corazón de odio, y al escoger un camino, se equivocó, tal vez con su vida ha hecho mucho daño, y nadie ora por él; por el contrario, muchos piden su destrucción. 

Por el qué fabrica bombas, por el que mata porque nadie lo amó, por aquel por quien nadie nunca oró. Por el que sufre en silencio y oculta su dolor, por el que necesita oración y no lo reconoció, ni la pidió. 

Por los que mueren en las guerras, como víctimas o atacador, por los que matan sin saber las razones, solo porque otros los mandó, por aquellos que acaban la vida, porque siente que la de ellos no tiene ningún valor. 

El que pide limosna en la calle, el que rechazas por temor o por su sucia apariencia o desagradable olor; por aquellos que no tuvieron la misma suerte que hemos tenido tu y yo.

Aún por ti y por mí, por esos momentos en que en silencio hemos necesitado oración, demos gracias a Dios, porque cada noche, hay alguien que eleva una plegaria por los dos. 

Una Madre que espera tu regreso, el calor del hogar, una familia, hijos, hermanos, amigos, personas que nos brindan su amor. Pero es triste pensar que son muchos más los que caminan por el mundo, sin saber rezar y sin que nadie eleve por ellos una oración. 
Todos somos seres humanos, hijos del mismo Dios, nosotros no somos jueces y no hay nada que nos haga superior. Los que nos hace grandes ante los ojos del Creador, es el amor que brindemos, así como El lo brindó... hasta tal punto que dio su vida por ellos, por ti y por mi, sobre todo por los que nadie oró. El que fue amigo de aquellos a los que todo el mundo rechazó... El que lavó sus pies, comió con ellos, y sus pecados perdonó... ¿quiénes somos nosotros para juzgar o rechazar, para negar amor o una oración?

Hagamos un pare en el camino, abramos el corazón, demos amor al que nadie ama, oremos por aquellos por quien nadie oró... Hoy son ellos, mañana podemos ser tu o yo... 

Y al orar por ellos se encenderá una estrellita en el cielo, que iluminará nuestra vida; sembraremos en el corazón de ellos, la semilla del amor, esa que puso en nosotros El Amigazo Jesús, nuestro Redentor.