Cambiar yo, para poder cambiar el mundo...

Autora: Kary Rojas

Libro: Almas gigantes

 

 

Cada día nos quejamos de los problemas que agobian al mundo, y mucho nos preocupamos por quererlo arreglar, pensamos que la solución está en cambiar a los demás...

¡Que se acabe la guerra y perdure la paz! Es una de las súplicas que solemos elevar; pero continuamos odiando sin saber perdonar, discutimos por cualquier cosa con los demás...

La paz se construye poquito a poco, con los pequeños detalles que dan vida al amor; la paz comienza desde nuestro interior, si logramos experimentarla realmente en nuestro corazón. 

Que cada día se destruye un nuevo hogar, será porque aún no nos hemos aprendido a tolerar; esperamos que sea el otro el que nos aguante, y el que nos sepa aceptar; pero nosotros no perdonamos ni aceptamos los más mínimos defectos de los demás...

También se escucha hablar del hambre y de las injusticias, y decimos que es una de las causas de la guerra y del rencor; creemos que en los gobiernos está la solución; pero nosotros mismos no sabemos compartir, ambicionamos el tener, y creemos que en lo material está la alegría de vivir. 

Querer cambiar el mundo no es la solución, porque primero tengo que transformarme YO; aprender a perdonar y saber compartir, querer mejorar en mí, lo que intento cambiar en ti.

Aprender a descubrir lo que está bien y está mal, y dejar a un lado la vieja excusa de: yo hago lo que hacen los demás...

Si alguien me ofende, aprendo a perdonar... si otros no creen en mí, yo les enseño a confiar; si algunos se fijan en lo superficial, yo les muestro lo que en el alma se ha de guardar; si el otro quiere discutir, yo mejor me he de callar... 

No volver a intentar sacarse el clavo que otro en el corazón le quiso clavar; de venganza en venganza, poco a poco nos vamos todos a matar...

Se destruyen las familias por la infidelidad, o muchas veces por las herencias que con tanto sacrificio en vida construyeron los padres pensando en que a sus hijos nada les fuera faltar...

En las conversaciones predomina el tema “De los demás”, y nos olvidamos que nosotros somos “los demás de los demás”...

Nos creemos los amos y dueños del universo, y hasta algunos pregonan que en Dios no han de creer; es ahí cuando más vemos que el mundo abajo se nos viene, y que en el corazón que no habita Dios, no existe la formula del mundo mejor: el amor.

No es el mundo lo que está funcionando mal, ni mucho menos lo que hay que cambiar; el universo es la obra maravillosa de Dios, el lugar que nos regalo para vivir en el amor... Si contemplamos la naturaleza, el cielo, las estrellas y la inmensidad del mar, encontraremos en todo ello, la verdadera paz; la guerra, el odio y las injusticias, del ser humano han de venir, y de nosotros mismos depende que la podamos suprimir...

No se trata de querer cambiar a los demás; tenemos que empezar por cambiar nosotros mismos y mejorar en nuestras vidas lo que queremos que otros aprendan a superar...

El mundo mejor que soñamos, nosotros lo empezamos a construir, asumiendo en nuestra vida, lo que queremos que otros logren vivir...

Como adultos, tenemos un gran deber; preparar a nuestros niños y niñas, a luchar, por cultivar en sus propias vidas lo que sueñan encontrar en el mundo y en la humanidad. 

He ahí la gran realidad, dejar de ser espectadores y jueces, que se limitan a criticar y opinar... es mejor ser los protagonistas de la paz, no intentar buscarla en los otros, sino cultivarla dentro de nosotros mismos, para así lograr transmitirla a quienes encontramos en el camino.