La resistencia ante lo irresistible de la naturaleza del barro...

Autora: Kary Rojas

 

 

Somos barro, nuestra naturaleza es frágil y ponemos resistencia ante lo que de el es irresistible, cuando sentimos sobre nosotros el peso de la rutina, la presión del tiempo, las exigencias de la humanidad y el vacío de la soledad, viendo como se quebranta nuestro cántaro y se derrama todo lo que en lo más profundo de nuestro ser acumulamos, siendo testigos de ver vaciarse y romperse en mil pedazos nuestro vaso…

Ante ello, no puede más que lamentarse y renegar nuestro corazón, porque nos golpea la angustia, nos vence el cansancio, nos ata la impotencia y nos bloquea el temor… y sentimos como nos sangra el alma, herida por los mismos pedazos de nuestro cacharro, que se quebranta ante la pérdida, la ruptura, el tropiezo, la caída o la equivocación… Llegando a experimentar que es muy difícil dar un paso más, pues la frustración nos desgasta y la ilusión se nos ha de escapar… se nos derraman los sueños y lo que en mucho tiempo atesoramos, creyendo perder todo lo que con tanto esfuerzo acumulamos, y que hoy sin poder evitarlo se escurre por las grietas que se apoderan de nuestro blando y pequeño cacharro…

Qué contradictoria suele ser la vida, cuando nos sentimos tan frágiles como el barro y por eso nos quebrantamos; es algo así como experimentar la resistencia ante lo irresistible de nuestra realidad, y en otros instantes ver como nos endurecemos tanto, que nos cuesta demasiado modelarnos y aceptar todo aquello que implique en nosotros cambiar o desacomodarnos aún en las manos amorosas del Alfarero nuestro Amigazo.

Y en ese andar por la vida, sintiendo la miseria de lo que implica saberse barro, nos rozamos y embarramos de la humanidad de otros cacharros, y rechazamos muchas veces su naturaleza, olvidándonos que es la misma esencia nuestra… y criticamos sus grietas, escondiendo los vacíos que tanto nos pesan; y se nos es tan difícil perdonar y aceptar sus quebrantos, tal vez porque sin darnos cuenta rebatimos aquello que nos afecta tanto…

En esos momentos de la vida, cuando muchas veces queremos renunciar a todo, rendirnos ante la realidad de ser humanamente barro, renegando ante la crudeza de nuestros pedazos, pensamos muchas veces que ya no hay nada que hacer, lo hemos intentado tanto y de nuevo al querer mejorar y transformarnos, sentimos que lo que hacemos es que derrumbamos y deformamos…

Lo que nos cuesta quizás entender o ver con los ojos de la fe, es que ahí cuando creemos que ya nada más podemos hacer, las manos del Alfarero se encargan de tomar nuestros escombros y hacer que en nosotros milagros puedan reverdecer … El utiliza nuestras grietas y riega con gotitas de esperanza la aridez de los caminos por donde nuestros pies descalzos pasan, haciendo que renazcan los sueños e ilusiones que muchos con el correr del tiempo y de los años han perdido… y nos enseña a entender la humanidad de los demás, cuando queda impregnada en nuestra piel, el barro de su fragilidad y llegamos a amarlos como amigos… es ahí donde el Amigazo Creador y Alfarero actúa y nos ayuda a dejar el hombre viejo para ser un hombre nuevo a imagen y semejanza suya, viendo con ternura lo bueno de su creación, por eso hombre y mujer los llamó y los complementó, poniendo en cada uno, lo Divino y Mágico de su amor…