Cuando se habla por la herida...

Autora: Kary Rojas

 

 

A veces no es la boca quien habla sino la herida que habita en el alma y expresa el dolor que siente en lo más profundo de su ser y su anhelo enorme de encontrar la calma…

Y pueden surgir palabras como espinas que se clavan en otros corazones, o un mutismo que es más doloroso y ensordecedor que el mismo tono rencoroso que manifiesta mil emociones…

Cuando habla la herida suele suceder que se dicen y hacen cosas sin querer, las palabras y acciones no tienen medida, ocasionan estragos, causan dolor y producen más heridas, que derrumban lo que se había construido y quebrantan la relación que por algún tiempo había existido…

Cuando es la herida la que habla, se puede llegar a perder el autocontrol, es el corazón quien domina a la razón; predomina más el sentir que el pensar; se pierde la fe en el sentimiento, se cierra una puerta que teme abrirse de nuevo de par en par…

Para sanar la herida, es necesario destapar; sacar el veneno que la invade, aunque duela remover todo lo que se guarda y acumula, y parezca imposible encontrar una medicina que sane y no deje cicatriz de aquello que dolió tanto que el corazón creyó morir…

Es bueno tener presente, antes de juzgar cualquier palabra o acción, que quizás quien actúa y habla no es la persona sino la herida que esconden en su interior; por lo que le hicieron o le negaron, por lo que le dieron o le quitaron, por la confianza que dio y le defraudaron…

Hay que aprender a contar hasta diez o cien, antes de hablar o actuar e intentar comprender a quien por la herida ha de hablar; es sano buscar la manera de poderse desahogar, sin atropellar ni dañar; sin deteriorar o destruir esa relación, causando así más heridas en otro corazón.

Si has de decir o hacer algo, trata de razonar y pensar, si estas hablando por lo que eres o por lo que has de experimentar; mira bien si tus palabras tienen miel o hiel, si aportan y construyen, o por el contrario, arrebatan y destruyen… Y si lo que necesitas es dejar hablar a la herida que hay en tu corazón, busca a alguien que realmente entienda tu razón… de este modo será más sano y podrás calmar tu dolor, sin causar más daño y experimentando la paz que viene del amor de Dios.