No se puede ver…

Autora: Kary Rojas

 

 

No son ciegos aquellos que viven físicamente en oscuridad; existen hombres y mujeres que aún teniendo los ojos bien abiertos, no logran ver lo esencial. Nos contentamos con mirar, admirar y criticar lo que a simple vista vemos; pero es casi imposible contemplar más allá de la forma y descubrir lo que realmente muy en el fondo se ha de alojar. Preferimos la obra terminada, disfrutar o desechar, alabar o tachar aquello que de nosotros no ha requerido mayor esfuerzo; nos quedamos con los resultados y nos volvemos implacables en el juicio que emitimos; ignorando todo el proceso y la lucha que se dio para obtener o lograr eso a lo que ahora se nos hace testigos.

No se puede ver el dolor de la semilla que sumergida en su podredumbre y soledad, se inmola a sí misma para que al morir grandes frutos pueda dar; no se sabe muchas veces quién la sembró y la cuidó; al final solo vemos el frondoso árbol que de tanto esfuerzo y sacrificio surgió. No se puede ver el trabajo de aquel que construye en silencio la obra que al final ya terminada otro mostró; ni la dedicación y sencillez del que limpia y recoge lo de aquellos que en su prepotencia han ensuciado y tirado; y repara con amor callado lo que ha sido destrozado.

No se puede ver el sacrificio de los padres y maestros que pasan noches y horas enteras donándose y moldeándose para dar siempre de sí mismo lo mejor; somos injustos y egoístas al no valorar aquello que sin pedirnos nada a cambio en su vocación y esencia humana, cada uno de ellos sin reservas entregó. No se puede ver el amor puro y verdadero, que por prudencia o por miedo el corazón cayó, o fue expresado con los más pequeños y tiernos detalles que el otro no interpretó ni correspondió.

No se puede ver el dolor del pasado que sigue torturando ahí donde se ha escondido para intentar no recordarlo; el miedo ni los sentimientos que prefieren esconderse para no ser heridos ni criticados; no se puede ver el valor y la esencia de muchas almas que optan por disfrazarse y aparentar para poder encajar dentro de una sociedad que solo se queda con aquello que se puede mostrar, ni la tristeza que otros han causado, los vacíos y la soledad de tantas personas que sueñan y esperan sentirse amadas para poder continuar; no se puede ver de donde vienen actitudes y reacciones que surgen de
muchas tensiones que prefieren ser olvidadas para no ser señaladas y mal juzgadas.

No se puede ver la presencia de Dios, ni el inmenso amor que nos da, en medio de tanto dolor y rencor, vanidad y desamor que el mundo ha de expresar; no se puede ver lo que es realmente esencial porque vamos distraídos por el mundo, y cuando por fin abramos los ojos del alma, quizás sea muy tarde porque no pudimos ver el tiempo que pasó veloz y logró escaparse de nuestras manos para no volver atrás, y tal vez solo digamos: Si lo hubiera visto antes, muchas cosas se hubieran transformado…

Abramos los ojos, a lo mejor aún estamos a tiempo de ver todo aquello a lo que hemos sido ciegos y hemos ignorado.