Dios juega en bolsa

Autor: Padre Juan Manuel del Río C.Ss.R. 

Correo: delriolerga@yahoo.es

 

 

Por tierras de Castilla fue. Allí donde el horizonte no tiene fin y la fe de las gentes crecía a la par del trigo.

Un grupo de niños y niñas en el salón parroquial. Algarabía, como si de una bandada de gorriones en libertad se tratara. Todos se están preparando para hacer la Primera Comunión. Va a comenzar la catequesis de este día.

—¡Cántanos otra vez el canto de ayer! ¡El de los pajaritos...!

—¡No, no...! ¡El puente de cristal!

—¡Calma, calma, que todo se hará!

El mejor modo de serenarlos, cantar. Luego la doctrina. Y, naturalmente que cantamos el canto de los pajaritos, y el del puente de cristal. Y ahora la explicación.

Entra una niña. Llega con algo de retraso. Su padre, que es banquero, se encarga de traerla en el coche todos los días. Suele ser puntual, hoy no.

—¡Vamos, Lucía, siéntate, que estamos comenzando!

—Es que mi papá tenía hoy mucho trabajo.

—No te preocupes, no pasa nada. Pero, vamos a ver Lucía, si sabes responder a la pregunta. Es muy fácil: ¿Cuántos Dioses hay?

Todos los niños quieren responder.

—¡Yo!, ¡yo!, ¡yo...!

—He preguntado a Lucía.

Lucía se lo piensa antes de responder. Pone cara de ángel escapado de los pinceles de Murillo. Y luego, como una exhalación, exclama:

—¡Uno!

—¡Muy bien!

Continuamos la catequesis. Pero veo en la carita de Lucía cierta preocupación. Me mira, sin quitarme la vista de encima. Al fin se decide. Levanta la mano. Quiere decir algo.

—¡A ver, Lucía...!

Y Lucía, más lista que el hambre.

—¡Bueno...! ¡Ahora hay un solo Dios! ¡Pero pronto..., va a haber ¡dos!

—Explícate, Lucía. ¿Cómo es eso de que ahora hay un solo Dios y luego va a haber dos?

—¡Sí! Porque ahora..., el Niño Jesús es pequeño..., pero en cuanto crezca y se haga grande..., ¡también va a ser Dios! ¡Y habrá ¡dos!

Acentuó lo de ¡dos! Mientras los demás niños se mataban de la risa, a la que tampoco yo pude ser ajeno, pensé que a aquella angelical teología no le faltaba lógica. Que los niños descubren a Dios con la misma naturalidad y lógica con que van descubriendo la vida. Y que si Dios nos manda ser como niños, es porque Él es el primero en hacerse Niño. Niño con los niños. Y Niño para los niños.

—Lucía, díle a tu papá de parte mía, él que es banquero lo entenderá, que Dios también juega en Bolsa. 

Dios, como en la Bolsa, de pronto baja, y es uno; de pronto sube, y es dos. Más claro que el agua clara.