Una lección de catequesis

Autor: Juan Carlos Pisano

Obtenido: Editorial San Pablo, Argentina con permiso del autor

 

Hay muchos que confunden animar un encuentro de catequesis con dar una clase de religión. Sin embargo, la diferencia es sustancial. Una clase se puede exponer y que los alumnos comprendan, aprendan e incluso hasta den un examen demostrando perfectamente lo aprendido pero, sin que nada de eso involucre la fe y la persona de quien escucha, comprende y aprende. En cambio, un encuentro de catequesis supone que debe haber una predisposición de fe respecto del mensaje que se va a compartir. El catequista intentará presentar las cosas de manera tal que el grupo se encuentre con Cristo. Es decir que no se busca el encuentro con algo, el saber de las cosas de Dios, sino que se busca el encuentro con alguien: Jesús de Nazaret.

Imaginemos esta situación:

Entonces Jesús subió a la montaña, se sentó y sus discípulos se le acercaron. Tomando la palabra, les enseñaba diciendo:
Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos... 
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra en herencia... 
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados... 
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia... Bienaventurados... 
Bienaventurados los perseguidos a causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos...

Entonces Simón Pedro dijo: Señor, esto que acabás de decir, tenemos que saberlo de memoria?
Y Andrés: ¿Tenemos que escribirlo en nuestro cuaderno de apuntes o no hace falta?
Y Santiago: Jesús, ¿nos vas a tomar examen de este tema? ¿Hay que decirlo tal cual o podemos expresarlo con nuestras propias palabras?
Y Felipe: ¡Ay! Yo no traje nada para tomar apuntes ¿alguno me lo puede pasar uno de estos días?
Y Bartolomé: Señor, ¿te lo tenemos que entregar pasado en limpio?
Y Juan:¿Todos tienen que aprenderlo?
Y Mateo: ¿Esto para qué sirve? ¿Qué tema es? ¿Nos podés decir el título?
Y Judas: ¿Puedo ir al baño?

Entonces, uno de los fariseos que estaba presente, pidió ver la programación de Jesús e inquirió al maestro en estos términos: ¿Cuál es el nivel de adaptación curricular? ¿Cómo es la atención a la diversidad?

¿Cómo se expresa la motivación de los intereses? ¿Está separado en unidades? ¿Cuáles son las expectativas de logro? ¿Y los objetivos actitudinales?

Estimo que, si esto que le propuse imaginar hubiera ocurrido, a Jesús se le hubieran llenado los ojos de lágrimas al darse cuenta de que sus discípulos no entendían nada de lo que quería comunicarles y que, el fariseo seguía manejándose con su habitual hipocresía.
Ahora bien; nuestros encuentros de catequesis, a veces, ¿no provocan reacciones parecidas?

Más allá de la caricaturización que acabo de hacer, observo con preocupación que, en numerosas oportunidades, planteamos los encuentros de catequesis de manera tal que los niños, adolescentes o adultos que la comparten, terminan fijándose en cosas tan accidentales como las preocupaciones expresadas en boca de los apóstoles.

Si nuestros encuentros de catequesis, sin perder una sana, buena e importante inqiuetud por el aprendizaje, subrayaran ciertos aspectos pedagógicos y metodológicos cuyo centro estuviera puesto en la comunicación del mensaje del evangelio y del amor que de él se desprende, todo sería mucho mejor.

 Para profundizar:

Nuestras catequesis, ¿favorecen el encuentro personal con Jesús?
¿En qué aspectos tenemos puestas nuestras preocupaciones centrales?
¿Qué lugar damos al compromiso de fe en la catequesis?

 

Recursos

Nuestra fuerza está en Dios

Mensaje:

La fuerza del hombre no vale nada frente a Dios. Y, junto a Dios todo es posible.

Material necesario:

Dos papeles afiches de distinto color. Con el color más claro, se recorta una "montaña", con la cual se arma un rompecabezas de tantas piezas como personas haya en el grupo. Las piezas se marcan de tal forma que se distinga fácilmente el frente, y su ubicación para armar luego la "montaña". En el papel afiche más oscuro, se puede dibujar con lápiz la forma de cada pieza para que el armado sea más rápido.

DESARROLLO:

Entregar a cada participante una pieza del rompecabezas. En ella, en un momento de reflexión personal, escriben cuáles son las dificultades o los obstáculos más grandes que encuentran en su vida. La consigna es amplia. Pueden ser relacionados al trabajo, a la educación de los hijos, a la fe...

No es necesario que se identifiquen los papeles con el nombre de quien que lo escribe. Es conveniente dejar en claro que, aunque se va a hacer una lectura de lo que cada uno escribió, no se va a decir quién lo hizo. Si alguno no tiene inconveniente en poner su nombre, o es una comunidad que ya viene trabajando desde hace tiempo, puede ser valioso que se conozca cuál es la problemática de cada uno.

* El coordinador recibe todos los papeles y, los pega en el afiche formando la montaña. Entre todos, los clasifican, en los que dependen de uno, los que no dependen, los que surgen de nuestra forma de ser, los que son propios de una determinada edad, los que surgen de una determinada situación económica... Esta clasificación, va a permitir profundizar acerca de los problemas, compartirlos, descubrir que hay otros en la misma situación y que por lo tanto, pueden ayudarse unos a otros.

* Luego dice: "A veces los problemas o dificultades que se nos presentan en la vida, se nos asemejan a una montaña imposible de atravesar. Parecen un obstáculo imposible de superar. Sin embargo, existen caminos para pasar del otro lado.

Vamos a leer del libro primero de Samuel, el capítulo 17, porque en ese capítulo se les presenta al pueblo judío, bajo el reinado de Saúl, un obstáculo infranqueable. Comprender cómo pudieron superarlo, nos puede ayudar en nuestros propios inconvenientes"
La lectura se realiza en grupos. La única consigna es descubrir cómo superó el obstáculo el pueblo judío.

Para profundizar:

¿Podemos nosotros hacer lo mismo?

¿Podemos poner nuestra confianza en Dios?

¿Sabemos desprendernos, como David hizo con la armadura de Saúl, de aquellas cosas que para otros pueden ser importantes, pero que sólo nos obstaculizan la tarea que queremos realizar? 
(Ejemplo: Tenemos dificultad para rezar, y desde chicos nos enseñaron que teníamos que rezar todos los días determinadas oraciones. Quizás, si nos desprendemos de esa forma de orar, que es muy valiosa, y elegimos otras "armas", como ser la Biblia, descubrimos que con ella, sí podemos hacer oración.)

¿Qué significa ponernos en las manos de Dios? (Si nos ponemos en las manos de Dios, es porque sabemos que cuando ponemos todo de nuestra parte, buscamos soluciones posibles, pedimos ayuda, buscamos alternativas, él siempre va a estar a nuestro lado para alentarnos, fortalecernos, darnos sabiduría...)

Respuesta:

Volver a mirar las dificultades que habían escrito al comienzo del encuentro.

¿Les puede ayudar algo de todo lo charlado para la vida cotidiana?

Cada uno piensa, indivudualmente, de qué forma puede actuar para superar sus dificultades. Hacer hincapié en la necesidad de pensar algo concreto y chiquito. En la importancia de empezar de a poco y no ponerse grandes metas que luego no se alcanzan y producen una sensación de frustración

Oración:

Es en la oración, personal o grupal, donde podemos encontrar la ayuda, la fuerza y la iluminación necesarias para resolver nuestros problemas. Dejar un tiempo para que cada uno pueda expresar sus peticiones, y después rezar el Salmo 25 (24), 4 - 11

Meditación personal y grupal del siguiente texto de Mateo, 17.20:
Dijo Jesús: "Les aseguro que si tuvieran la fe del tamaño de un grano de mostaza, dirían a esa montaña: Trasládate de aquí a allá, y la montaña se trasladaría; y nada sería imposible para ustedes".