Las preocupaciones de los catequistas

Autor: Juan Carlos Pisano

Obtenido: Editorial San Pablo, Argentina con permiso del autor

 

Mis actividades como catequista y formador en los Seminarios y cursos de actualización me ponen en contacto permanente con catequistas que manifiestan sus inquietudes acerca de la tarea que desarrollan en sus parroquias y colegios. También las consultas, en la sección de asesoría catequística, que recibo en este portal de SAN PABLO me permiten tener un panorama amplio de sus anhelos y necesidades.

Sin ánimo de sacar conclusiones inmediatas pero con la intención de tomar conciencia de que, a pesar de los diversos ambientes y geografías en las que llevamos adelante nuestra tarea, compartimos una situación común a todos.

Deseos y necesidades.

Más de mil catequistas de distintos lugares de la Argentina han respondido a esta consulta manifestando que aspiran a que la catequesis aliente la comunión con Dios y con los hermanos; que sea un aprendizaje progresivo de la vida de Jesús para favorecer el encuentro personal con él y ayude a interpretar el paso de Dios en la historia.

También les parece que la catequesis debe fomentar la participación litúrgica e integre a la gente en las actividades de la Iglesia. Debe ofrecer, desde la niñez hasta la adultez, argumentos para dar razones de la fe y elementos que faciliten la meditación la Palabra y la oración preparando a la persona para que también anuncie el Evangelio. Una buena catequesis no sólo debe iniciar en la fe (catequesis kerigmática) sino que es un proceso de acompañamiento en todas las etapas de la vida.fomentando el compromiso personal y apostólico dentro del marco familiar; prepara para el diálogo interreligioso. y dispone para recibir al Espíritu Santo y para la conversión. El crecimiento catequístico tiene que reflejarse en la conducta cotidiana, enfocándose hacia la unión y la solidaridad sin que caiga en ser, simplemente, una instrucción religiosa.

Los temas deben partir de la vida, y relacionar las verdades de siempre con la realidad actual insistiendo en una motivación que ofrezca "atractivos" para que la gente se acerque a Jesús; para ello, debe aprovechar los medios de comunicación para mostrar una Iglesia despierta que invita a transitar el verdadero camino.

Las tareas que más olvidamos.

Asimismo, los catequistas consultados manifestaron que hay algunos aspectos de la actividad catequística que, por diversas razones, no se les presta la debida atención. La progresividad del encuentro con Jesús. Muchas veces se apresuran a dar contenidos que a la larga se olvidan porque se enseñan mal y pronto. No se tiene en cuenta la importancia de que el catequizando maduro conozca otras religiones y tenga argumentos para dar razones de la propia fe. Hay que hacer mayor hincapié en la participación comunitaria de la liturgia, rezar con el grupo de catequesis y ser caritativos con el prójimo. Durante años se dejó de lado el hecho de enseñar a "leer" los acontecimientos de la vida cotidiana a la luz de la Palabra y, actualmente, se está recuperando de a poco. El gran olvidado de muchos planteos catequísticos sigue siendo el Espíritu Santo. Pocas veces se presenta con énfasis (Dios Trinitario y no quedarse sólo en Dios Padre y en Jesús) fomentando la apertura de corazón para recibirlo. También señalaron que es fundamental dar lugar para responder a las necesidades de los catecúmenos acentuar la importancia de la comunidad como medio para llegar a Dios y respetar el tiempo del otro. Así, se debe incentivar, especialmente a niños y jóvenes, para que se acerquen a la Iglesia no sólo para recibir los sacramentos sino para que se sientan partícipes de una forma integral. Por último, y es un llamado de atención serio para quienes caen en eso, muchos olvidan que la catequesis no es una colección de verdades para aprender o una "moral" para poner en práctica sino la vida en Cristo. 

Para reflexionar:
¿Cuál de los rasgos señalados en esta reflexión se da con mayor asiduidad en mi comunidad? 

¿Qué otros aspectos podría señalar como anhelos, deseos y objetivos de la tarea catequística? 

¿Cuáles son las tareas que dejamos de lado en la catequesis?



Recursos
Utilización de recursos en la catequesis 

Esta quincena, en la sección habitual de recursos, en lugar de desarrollar una dinámica en particular, ofrecemos algunos elementos para ir apuntalando los criterios para su utilización.

1- Conocer al destinatario de la catequesis.

Para poder educar hay que conocer la realidad de la persona a quien se dirige el acto educativo. Es bueno contar con un perfil psicológico del destinatario de la catequesis pero, hay que recordar que el catequista no hace un diagnóstico de los catecúmenos, ni debe interpretar sus conductas. El conocimiento de la psicología evolutiva es "útil" en la medida en que permite al catequista descubrir qué es lo que el catequizando necesita, en qué momento y cuál puede ser su respuesta al mensaje de Dios. Es un conocimiento que permite acercarse al otro para facilitarle su encuentro con Jesús. Así como un maestro de primer grado no enseña la superficie del cuadrado, tampoco el catequista de ese nivel, dará un mensaje que el niño no pueda comprender.

2- Determinar los objetivos.

Un objetivo catequístico es una meta a alcanzar por parte del catequizando. Para que esto sea posible, estos objetivos deben estar de acuerdo con sus capacidades y posibilidades. Los objetivos se formulan de distintas maneras y existen diversas clasificaciones. Lo que no se puede olvidar es que la persona es una totalidad y por lo tanto, no se puede separar en distintas? partes?, en la práctica. La persona que descubrió a Jesús en su vida va a celebrarlo. Si no es así, es que no se encontró realmente con Jesús. Por lo tanto el objetivo de iniciación litúrgica está estrechamente vinculado con el de conocimiento de la Palabra de Dios y al mismo tiempo con los objetivos actitudinales porque el que descubre realmente a Jesús tiene que intentar vivir como él nos pide. Por otra parte, es la persona la que alcanza los objetivos, no el catequista que logra algo. La catequesis en general tiene su propio objetivo que se desprende de lo que significa la catequesis: descubrir al Señor presente en la vida que nos habla en la Biblia, vivir como hijos de Dios y celebrar en comunidad la fe que hemos descubierto. Este objetivo se puede formular de distintas maneras, pero siempre sigue siendo el mismo.

3- Determinación de núcleos temáticos.

La catequesis debe ser cristocéntrica (C.T. 27). Por lo tanto es Jesús el eje que debe estar presente en todo contenido. Todo contenido ?sirve? en la medida en que conduce al encuentro con Jesús. Cuando no lleva a Jesús, generalmente hay que buscar la falla en el método o recurso utilizado. En numerosos documentos se lee que la catequesis debe presentar toda la doctrina, (D.C.G. 38), sin deformar nada (C.T. 49), pero tampoco hay que olvidar que la Iglesia habla de un Itinerario Catequístico Permanente y por lo tanto no se necesita ?dar? toda la doctrina en dos años de catequesis parroquial o nueve de escolar. Se debe planificar, seleccionar y jerarquizar los contenidos. Deben darse en forma gradual y los que se repiten a lo largo de los años deben ser profundizados. Los contenidos y las vivencias o las situaciones de vida, no son cosas paralelas. Todos los contenidos deben tener relación con la vida: ?La experiencia nos dice que el niño no interioriza o aprende algo por el simple hecho de oír y repetir, si no está relacionado vivencialmente con su mundo? (Bases para la catequesis de iniciación, cap. III).

4- Elección de procedimientos.

El encuentro debe ser activo: "El catequista deberá introducir el "principio de actividad" en sus métodos pedagógicos. De no hacerlo, su trabajo correrá el riesgo de ser ineficaz, porque el hombre es de suyo activo y aprende más actuando que escuchando. Por otra parte, la fidelidad a la economía de la Salvación pide respeto a ese principio, puesto que la Palabra de Dios es dinámica, eficaz, y pide una acción, un compromiso del hombre. La actividad tendrá valor catequético si es religiosa y fruto del Espíritu que mueve el corazón del hombre. En este sentido, el catequizando puede estar en plena actividad, aun si exteriormente parece pasivo". (Directorio Catequístico General Nº165.) La base metodológica no puede variar: parte de la vida, ilumina la vida y transforma la vida; con estas u otras palabras, son pasos que no pueden faltar en la catequesis. Tampoco puede faltar un momento de saludo, de preocupación por cada miembro del grupo, de oración, de revisar las tareas dadas. Lo que hay que pensar y planificar son distintos recursos para no repetirlos ni "gastar" dinámicas, y aprovechar el material de acuerdo con la edad. Los recursos pueden usarse en cualquier momento del encuentro. Veamos algunos…

Dinámicas de presentación.

Se utilizan cuando el grupo recién comienza a trabajar. No se recomienda realizar presentaciones largas y tediosas sino buscar dinámicas en las que puedan presentarse diciendo algunos gustos o deseos para el año que inician. 

Dinámicas de comunicación.

En ciertas oportunidades se necesita buscar un elemento que "hable" por el participante. Pueden ser títeres, fotolenguaje, elementos personales. La atención del grupo se centra en el objeto y no en la persona. El trabajo en grupos pequeños también favorece el intercambio y la participación de todos. No es fácil porque se necesitan tiempo para aprender a realizar una tarea en conjunto con la participación de los demás. 

Dinámicas para el silencio y la oración.

Muchas personas no saben hacer silencio y otras nunca lo experimentaron. A través de distintas dinámicas puede ir descubriéndose la importancia de escuchar. Un paso más profundo es aprender a rezar, a conversar con Dios a través de la Biblia, de intenciones, de dibujos, de material concreto elaborado para llevar a la capilla, de canciones. 

Dinámicas para profundizar la Palabra de Dios.

Dibujo, escenificación, gestos, canciones, carteleras, diarios murales…

Dinámicas para la fijación de contenidos o para su evaluación.

Utilización de crucigramas, grillas, carteleras, audiovisuales, cuentos, videos, canciones… 

Juegos 

A través del juego el niño aprende a compartir, a colaborar con el otro y a relacionarse; acepta límites, reglas, escucha consignas… imagina, crea, explora, desarrolla sus capacidades. Y el joven y el adulto experimenta algo muy similar. Por eso, jugar no es pérdida de tiempo. Es importante que el catequista pueda compartir algunos momentos de juego con el grupo para ver las relaciones interpersonales fuera de los momentos propiamente catequísticos. 

Cantos 

El canto es una de las primeras formas de oración comunitaria que practican los niños. Aunque no comprendan la letra, es la actitud de alegría y alabanza a Dios lo que importa. Para los más chiquitos se deben buscar canciones cortas o cantar sólo el estribillo repitiéndolo varias veces. Los más grandes ya pueden reflexionar e inclusive desarrollar un encuentro en base a una canción. 

Representaciones 

Los integrantes de un grupo pueden representar situaciones de su vida y escenas de la Biblia. En la representación, solemos decir muchas cosas porque actuando es más sencillo que decirlas directamente. También permite descubrir y visualizar situaciones que antes no se habían visto porque se estaba metido dentro de ellas. 

Videos 

Existe una enorme cantidad de material editado en videos catequísticos. Desde relatos de la historia de la salvación y la vida de Jesús hasta temas cotidianos desde un enfoque religioso. Hay dibujos animados, programas periodísticos y documentales. Es un recurso muy bueno ya que es un lenguaje muy conocido y claro. Se pueden aprovechar también películas de cine aunque no hayan sido hechas para la transmisión del Evangelio pero que tengan valores humanos o presenten problemáticas actuales para el debate y la presentación de temas relacionados con los contenidos catequísticos. 

Audiovisuales 

Aparentemente, el lenguaje del audiovisual, el de las diapositivas sonorizadas, ha sido desplazado por el video, sin embargo, no es o no debe ser así. El recurso de las diapositivas es ideal para niños y adolescentes. Es más lento en la proyección de las imágenes y permite detenerse cuando se lo cree necesario. Se puede volver atrás con facilidad y repetir secuencias. El catequista puede invitar a los participantes a que ellos mismos hagan el relato o se puede proyectar sin la banda sonora… Hay audiovisuales que se pueden conseguir ya armados, por temas y también se pueden hacer con el grupo fabricando las diapositivas sacando fotos o por medio de dibujos.

Lugares educativos 

No es lo mismo el trabajo en un colegio que en una parroquia. No es lo mismo reunirse en un salón parroquial que en una casa de familia… El lugar donde va a desarrollarse el encuentro de catequesis tiene cierta influencia porque el ámbito pesa. En el caso de niños y de adolescentes, la estructura de "clase" es muy difícil de romper dentro de la escuela y esto condiciona los encuentros de catequesis. Por otra parte, la escuela permite un seguimiento mayor del chico y más tiempo para trabajar con él y su familia. La parroquia tiene la ventaja que, en la mayoría de los casos, los chicos concurren porque lo desean. También es importante que el lugar donde se reúna el grupo sea agradable y acogedor. Si es posible hay que cuidar también la ambientación (frases, carteles, dibujos) y la distribución de sillas y mesas para facilitar el encuentro.

Evaluación 

El objetivo de toda evaluación es sopesar la marcha de una actividad y poder corregir los errores. Por esto, la evaluación debe ser una tarea permanente. El primero en evaluarse debe ser el catequista, su preparación, su oración, su relación con el grupo, su capacidad de escuchar los problemas o las situaciones que les cuentan, su forma de presentar las consignas, su forma de moverse en el encuentro, su dicción, la selección del material… Al terminar cada encuentro debe pensar los aciertos y los errores. Los miembros del grupo, cada tanto, deben evaluar su compromiso, el aprovechamiento de los encuentros y el crecimiento en la fe. En el caso de la escuela, con niños y adolescentes, sólo se puede evaluar lo exterior y, por lo tanto, toda evaluación será incompleta. Se pueden hacer evaluaciones para reflexionar en forma individual sobre algún texto del Evangelio o sobre algún contenido trabajado en los encuentros. Lo que le tiene que quedar claro es que el catequista no puede evaluar con exactitud lo que los miembros del grupo están viviendo. Una evaluación puede hacerse en forma oral, con preguntas y respuestas, diálogos o a través de un crucigrama, o de un juego.