Padre Nuestro

Autor: Juan Carlos Pisano

 

Hace unos años, después de rezar el Padrenuestro, se me ocurrió imaginar qué palabras similares podría decir Dios al dirigirse al hombre con el mismo tono de a oración que Jesús nos enseñó. No se lo oí decir a Dios pero me permití suponer que podría ser así: 

Hijo mío que estás en la tierra,

yo santifico tu nombre porque te amo y te conozco;

estás en mis planes desde antes de nacer...

 

Hijo mío que estás en la tierra

deseo que vivas mi Reino y por eso me encarné en Jesús

para enseñarles a vivirlo desde la vida misma.

 

Así se hace mi voluntad,

que no es otra que la felicidad de ustedes.

Para ello los creé y me alegro cuando viven de acuerdo con mi mensaje

creciendo en sabiduría y amor para alcanzarla.

 

Hijo mío que estás en la tierra,

te estoy dando el pan de cada día;

aprovéchalo y sábelo administrar.

 

Te doy el pan como para que alcance a todos.

Aprendé a servir la mesa de manera que a ningún comensal le falte un lugar.

 

Hijo mío que estás en la tierra,

aprendé a perdonar como yo te perdono.

 

Nunca dejo de quererte y, aunque vayas por otros caminos,

siempre te espero con mi perdón.

 

Perdoná, entonces, las ofensas de tus hermanos como yo perdono las tuyas;

sin rencores, con generosidad.

 

Voy a mandarte mi Espíritu

para que superes toda tentación.

 

Vas a tenerlas, pero contás con mi gracia para superarlas.

Por eso te libro de todo mal.

 

Te aseguro que nada de lo que te ocurra va a ser más fuerte

que la capacidad que tengas para superarlo.

 

Hijo mío, que estás en la tierra...

te amo.