Domingo XXXII del Tiempo Ordinario, Ciclo C

Hablemos del cielo

Autor: Padre José Rodrigo López Cepeda

 

 

Noviembre siempre nos trae el recuerdo de los que se fueron. La Fiesta de Todos los Santos y los fieles Difuntos, la visita al cementerio... Y hasta ver lo pronto que en estos días anochece, que las hojas de los árboles amarillean y caen, nos hace revivir que somos gentes de paso. Y aunque metidos en nuestros problemas, nos cuesta mirar de tejas arriba, no deja de sorprendernos el tema del mas allá. A los que nos acompaña la Virgen en el camino nos hace mucho bien la petición de la Salve: "Después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre"

Las Lecturas del Domingo

- Del Libro de los Macabeos. Escrito cien años antes de Jesucristo, relata la vida de los israelitas en Palestina, bajo la persecución de Antioco Epifanes. En el relato de hoy, la Madre de siete hijos anima a los suyos al martirio, hablando del Cielo, de la resurrección y de la vida futura, que les espera:

"Vale la pena morir a manos de los hombres, cuando se espera que Dios mismo nos resucitará"

- El Evangelio de Lucas. Recoge una conversación del Señor con los saduceos. Este movimiento religioso judío no creían en la resurrección, ni en la vida de después.. No aceptaban mas fundamento para su fe, que la Palabra de Dios contenida en el pentateuco. No esperaban otra retribución que las bendiciones de Dios en este mundo.

Por eso con una historia capciosa, llena de ironía, le preguntan de quien será esposa en el cielo una mujer que se caso, sucesivamente con siete hermanos. Jesús les aclara que el Cielo no es como la tierra, que allí no valen nuestras leyes y que Dios, que es Vida y Señor de la Vida, nos dará una vida nueva en el Cielo. Viviremos allá arriba como Hijos de Dios.

_ La carta a los Tesalonicenses. San Pablo nos dice que la Palabra es luz y consuelo y que el Espíritu del Señor nos dará su fuerza para librarnos de todo mal. La Palabra y la promesa del Espíritu garantiza nuestra esperanza

- El Salmo 16. Es bueno leer detenidamente este salmo, que nos llena de esperanza: "Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor."

Caminar en Esperanza

La muerte de nuestros seres queridos nos llena de tristeza. Algunos privilegiados, con una fe muy rica, han sabido afrontar este momento radiantes de gozo.

Es sugerente el testimonio de Santa Teresa: "Ven muerte tan escondida, que no te sienta venir, para que el placer de morir no me vaya a dar la vida"

Y San Francisco el del Asís, que llamaba hermana a la muerte, le dice al medico, en el ultimo momento: "Ten valor para pronosticar que está vecina la muerte, que va a ser para mí la puerta de la vida"

Pero al común de los mortales, se nos hace cuesta arriba y morir nos llena de tristeza. Por eso les decía San Pablo a los de Tesalónica: "No os aflijáis como los hombres sin esperanza ..." Y les da la esperanza que da Jesús que murió y resucitó.

Queridos hermanos de la lista, de vez en cuando nos viene bien pensar en la hermana muerte, como ese paso definitivo a la verdadera vida que esperamos en Cristo Resucitado.. . Hay futuro... nos espera el Cielo. Por la misericordia de Dios, oiremos como el buen ladrón: "Hoy estarás conmigo en el Paraíso" Y como tantos, que se fiaron de su palabra, oiremos sorprendidos. "Entra en el gozo de tu Señor" (Mt 25. 23)

Y que no olvidemos.. . estar siempre bien dispuestos pues nadie sabe ni el día ni la hora... Tantas veces le hemos dicho a la Virgen, que ruega "Por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte" que en esa hora, su intercesión nos acompañe. Y termino como todos los días al rezar completas antes de dormir: Sálvanos, Señor, despiertos; protegenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz"

Con mis pobres oraciones