Domingo XIV del Tiempo Ordinario, Ciclo C
La Mies es abundante y los Obreros pocos.

Autor: Padre José Rodrigo Cepeda

 

 

“1ª Lectura: Del Profeta Isaías 66, 10-14

Salmo: 65

2ª Lectura: San Pablo a los gálatas 6, 14-18

Evangelio: Según San Lucas 10, 1-12. 17-20



La Mies es abundante y los Obreros pocos.


El pasaje que hoy leemos, sobre el envío de los 72 discípulos lo cuenta sólo San Lucas. San Mateo refiere, detalles de este discurso, a propósito del envío de los doce Apóstoles. Este encargo de Jesús a sus discípulos, nos da luz sobre la tarea misionera de la Iglesia y las condiciones que se tienes que desarrollar la presencia salvifica de todos los bautizados.



Oración antes que todo.


“Les decía: la mies es abundante y los obreros pocos, rogad, pues al dueño de la mies, que mande obreros a su mies”

El mundo entero es el campo de Dios. Para todos ha venido Jesús, como Salvador. Por eso hasta el último rincón de la tierra y hasta el último momento de la historia, tiene que darse a conocer la Buena Noticia de Jesús.

Faltan misioneros. Hombres y Mujeres, testigos fieles de Jesús, que evangelicen los ambientes en los que desarrollan su vida diaria. El recordado Papa Juan Pablo II. Nos hablaba de los “Nuevos Areópagos” recordándonos el episodio de Pablo en su discurso a un pueblo culto desde una tribuna diferente a la de cualquier pulpito o presbiterio de Iglesia, es decir, en donde se desarrolla la vida diaria. ¿Qué hacer ante la urgencia de un mundo que no conoce a Jesús, y otro que conociéndole no le ama? Orar. Pedir al dueño de la mies. Es la primera consigna de este domingo.



Nosotros mismos tenemos que ser evangelizadores


“Poneos en camino” Es la invitación del Señor a aquellos del Evangelio y a nosotros. “ID al mundo entero predicad el Evangelio” fue la primera invitación de Cristo Resucitado.

En San Pablo caló tan profundamente este mandato, que escribió: ¡Ay de mí si no evangelizo¡(1 Corintios 9. 16)

“Evangelizar constituye la dicha y vocación de la Iglesia” Escribió Pablo VI (E. N. 14)

En la Iglesia todos estamos llamados a Cristificar nuestra vida, es decir hacer lo que Jesús vino a realizar entre los hombres. Un Plan de Salvación. Que se hace efectivo desde la Evangelización. Al proclamar el Evangelio, no lo hacemos a titulo personal, lo hacemos en el nombre del Señor…y aun mas, es el mismo Jesús que habla a la humanidad de hoy, desde la vida de sus discípulos. La mayor evangelización nace no precisamente de la Palabra, sino desde el Testimonio.



Consignas de Jesús en su mandato misionero.

La lectura del Evangelio nos describe algunas características de este deber misionero.

a) No es una tarea fácil. “Os mando como ovejas, en medio de lobos” Así fue Jesús “el Cordero de Dios” Así fueron los Apóstoles, que terminaron mártires. El que se ha propuesto ser testigo fiel no solo será perseguido por aquellos que considera contrarios a su anuncio, si no, y quizás es lo mas doloroso, será perseguido por los buenos es decir por aquellos que como Él han reconocido a Jesús como su Salvador.

b) Con toda la confianza en su Providencia. “No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias” Es una invitación a la sencillez y a los medios pobres, toda la historia de nuestra Iglesia, lo avala, sus grandes obras han nacido, desde la pobreza, sin recursos. Todo nos viene del Señor, de nuevo nos encontramos con el misterio impreso en Cristo. Abandonarnos en su Padre. Nuestros mayores, sabían mucho de esto, aunque pareciere que todo estaba en contra, no dejaban de confiar. La Obra de Evangelización es el Señor y no nuestra. Y cuando es realmente de Él su providencia es la mejor prueba de su presencia.

c) Constructores de Paz. “Cuando entréis en una casa decid primero: Paz en esta casa” La Buena Noticia de Jesús, solo puede comunicarse desde la paz y la alegría. A los cristianos se nos tiene que notar que somos felices. “Un santo triste es un triste santo” pues un “Cristiano triste es un triste cristiano” Y es que el primer fruto de la Paz es la Alegría que nos da el sabernos seguros, el sabernos libres, el sabernos amados, el sabernos acompañados. Por eso el misionero, evangelizador, contagia desde su paz, desde su serenidad, desde su esperanza, desde su alegría. Cuantos Obispos, Sacerdotes, Religiosos (as) y Fieles Laicos; tendríamos que recuperar la alegría y así mostrarles a los demás la paz que reina en nuestros corazones.

d) ¿Quienes son los primeros depositarios de este tesoro del Evangelio? “Curad a los enfermos” y al referirse a los enfermos, no lo dejemos en el sentido literal de la palabra y solo pensemos en los que en cama padecen una enfermedad. No, enfermos son todos aquellos que han perdido la paz, que han abandonado la esperanza. Que han dejado de amar, los que mueren de la inanición de la soledad vacía, y de estos enfermos hay cada día más. Esta paz, esta esperanza, esta justicia, esta alegría es la que comunica la Iglesia, por que la acción de un misionero, de un testigo fiel, no es aislada, es la acción de todos los bautizados, es la universalidad del amor que nace y brota del corazón amoroso de Cristo para toda la humanidad sufriente y que como bálsamo purifica las heridas de todos los hombres.

e) “No estéis alegres de que se os sometan los malos espíritus. Estad. alegres porque vuestros nombres están escritos en el libro de la vida” No siempre acompaña el éxito a nuestra tarea evangelizadora. El propio Jesús conoció el fracaso. Pero el nos anima diciéndonos que por haber sido evangelizadores. Nuestros nombres están ya escritos en el corazón del Padre.



La Última Palabra.

Evangelizad a los Evangelizadores, es el titulo de un libro de José Prado Flores que ya hace muchos años leí, pero que en torno a la reflexión de este domingo, vino a mi mente. Y es que el mirar siempre hacia los que llamamos paganos, o impractican tes de la fe, hace que fácilmente nos olvidemos, de que nadie da lo que no tiene, y que por el solo echo de ser bautizados, de cumplir mas u menos al estilo muy nuestro, no nos convierte en testigos fieles. La exigencia de ser evangelizadores, tienes que ser al final como en Pablo una Necesidad. El “Ay de mi si no evangelizo” nos lo muestra claramente. “Ya no vivo yo es Cristo quien vive en mi” de nuevo Pablo nos completa la idea, de cómo tiene que ser nuestra vida de creyentes. Otros Cristos en el mundo. Por eso hay mucho que hacer para prepararnos, para renovarnos, para reencontrados como enviados, que lo somos todos, no solo los que somos Sacerdotes o Religiosos, si no todos los que hemos sido sumergidos en Cristo. Es decir todos los que hemos sido bautizados sumergidos en el amor.

Que finalmente podamos oír como María: “Has encontrado gracia a los ojos de Dios”


Con mis pobres oraciones, necesitado de las vuestras.