Domingo XIII del Tiempo Ordinario, Ciclo C
En la Escuela de Jesús

Autor: Padre José Rodrigo Cepeda

 

 

“Pueblos todos, aplaudan: aclamen al Señor con gritos de jubilo”

1ª Lectura: Libro de los Reyes 19, 16. 19-21

Salmo: 15

2ª Lectura: Carta de San Pablo a los Galatas 5, 1. 13-18

Evangelio: 9, 51-62


En la Escuela de Jesús.

El cristiano es un seguidor de Jesús. El Bautismo nos configura con Él. Podemos decir con San Pablo “Ya no vivo yo. Cristo vive en mi” Y toda la vida cristiana consiste en seguir, en cada momento, las huellas de Jesús.

Hoy el Evangelio nos sitúa en la marcha de Jesús hacia Jerusalén hacia su muerte y resurrección. Somos compañeros de camino. Vemos, oímos, aprendemos.


Valentía de Jesús.

“Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomo la decisión de ir a Jerusalén”

En el reloj de Jesús había una hora que resonaba con fuerza en toda su vida. Para esa hora había venido. Morir y Resucitar era su destino. La hubiera querido retrazar e incuso evadir. “Pase de mí este cáliz” Pero era su camino. El que su Padre le había trazado y tenia que ser fiel hasta el final.

- Frente a un cristianismo con rebajas, vivido bajo mínimos, tan corriente entre nosotros. Jesús nos enseña a tomar decisiones valientes, arriesgadas, extremas. Un cristiano renueva esta conciencia y esta decisión de seguidor muchas veces en la vida.


Reacciones poco cristianas.

“Envió mensajeros por delante… para prepararle alojamiento…Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén. Judíos y Samaritanos se despreciaban por cuestiones religiosas, que aparecen claras en aquel dialogo entre la samaritana y Jesús. Para un samaritano Jerusalén como lugar de culto no era el apropiado y por lo tanto no eran bien visto recibir a peregrinos que se dirigieras hacia allá.

- Los cristianos tenemos experiencias de gentes que no se fían de nosotros por ser cristianos. Hoy mismo no son fluidas las relaciones de la Iglesia con, un mundo en aparente proceso de progreso social, frente a lo que el Evangelio nos pide y donde la Iglesia tienes que ser voz que se alce fuerte. (el aborto, la eutanasia, las parejas de hecho, etc.…) ante esta realidad en donde podríamos aparecer como agentes del pasado. ¿Cómo reaccionamos?

- “Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: ¿Quieres que mandemos bajar fuego del cielo…? Él volviéndose hacia ellos les llamo la atención.”

Los discípulos reaccionaron con intolerancia. Con un espíritu vengativo. Jesús les riñe. Quería otro talante para los suyos. A pesar de que no siempre nos hemos sabido comportar con esa riqueza de sentimientos, la Iglesia como Jesús, quiere tiene que ser maestra de Tolerancia.

- Siempre tendremos que defender los derechos propios y de los demás, no solo de

Los que nos llamamos cristianos, si no lo de todo hombre y mujer que sufre injusticia. Pero nunca seremos promovedores de violencia, ni en palabras, ni en obras, nuestra actitud como creyentes, será siempre luchar por la justicia, al modo de Jesús, desde la Paz.



Entusiasmo y Realidad.

Aparecen en el camino tres seguidores de Jesús. Dos se ofrecen. A uno lo llama directamente el Señor. A los tres les hace caer en la cuenta que la decisión de seguirle tiene que ser incondicional.

“Te seguiré…Jesús le responde: …Los pájaros tienen nidos, pero el Hijo de Hombre no tiene en donde reclinar la cabeza”

No basta el entusiasmo del arranque, hace falta medir las fuerzas y renovar, día a día, el compromiso. La vida cristiana es un cara a cara con Jesús. Me conozco, le conozco, me aventuro, le pido. La empresa es difícil, pero compensa y vale la pena. También nosotros le décimo hoy: “Te seguiré a donde vayas”

“A otro le dijo: Sígueme… Déjame primero enterrar a mi padre… Deja que los muertos entierren a los muertos…”

Jesús quiere un seguimiento radical e incondicional. No se trataba del entierro del padre. Sino del tiempo de espera a que este muriera.

Jesús quiere que sigamos firmando en blanco y desde que sentimos que Él nos llama. Un ahora inapelable.

“Te seguiré Señor…pero déjame despedirme de mi familia…El que echa la mano en el arado y sigue mirando atrás, no vale para el Reino de Dios”

Los seguidores tenemos que mirar para adelante. Es bueno lo que dejamos sin lugar a duda, y al dejarlo no lo perdemos, al contrario lo compartimos plenamente, por eso es mejor lo que cogemos como arado, pues caminamos siempre en confianza y esperanza.


Una ultima palabra.

La llamada al servicio es una obligación compartida, no solo de los que hemos abrazado la vida religiosa o sacerdotal, si todos pudiéramos hacer de nuestra vida ordinaria una vida extraordinaria, estaríamos sin lugar a duda en la dinámica del que sabe que su aportación pequeña o grande a la construcción de la solidaridad humana, va mostrándole al mundo y, a los hombres de hoy el verdadero rostro del Señor.

Como María decimos ¡Si¡ y sabemos que no nos faltara la fuerza del Espíritu Santo.

Con mis pobres oraciones y necesitado de las vuestras.