Domingo V del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Tres imágenes que comprometen

Autor: Padre José Rodrigo Cepeda

 

 

¿Y por qué se empeñarán algunos en que el cristianismo es asunto de Iglesia hacia adentro, y no de Iglesia hacia afuera? No lo pensaba así Jesús. Hoy, después del anuncio de las Bienaventuranzas del Domingo pasado, nos quiere comprometer a que seamos injertos de esperanza en la vida diaria en medio de una sociedad, que poco a poco se aleja de la verdad.

"VOSOTROS SOIS LA SAL DE LA TIERRA"

Esta claro, que viendo a todos los seguidores, incluidos nosotros, no quiere hacer una afirmación. Quiere expresar un deseo y un compromiso. Es lo mismo que si nos dijera: "Vosotros tenéis que ser..."

La imagen es tan sencilla y tan universal que todo el mundo la entiende. En la mesa enseguida notamos la falta de sal. La sal da un buen gusto a la comida y además preserva los alimentos de la corrupción.

Y eso debemos hacer los seguidores de Jesús. Hacer mejor, más habitable, más alegre, más justo nuestro mundo. Ese pequeño mundo que depende de nosotros. Si un cristiano es el hombre de las Bienaventuranzas: pobre de espíritu, limpio de intenciones, lleno de dulzura, pacificador, con un deseo de justicia, fiel a pesar de las dificultades... está siendo como la sal. Da sabor de Jesús a todas las cosas que realiza.

"Pero si la sal se vuelve sosa..." ya no es sal. Y también esto pasar con nuestra vida. Que pierda el sabor cristiano. Que uno no valore la gracia, que no se identifique con Jesús, que no le preocupe la caridad.

Es difícil a un cristiano que se abandona, que hace tiempo que no pisa la Iglesia, que tiene dormida la fe, devolverle a un buen sentido cristiano. Pero esto lo puede hacer Jesús y esta tiene que ser la preocupación de la Iglesia. Tenemos que rezar los unos por los otros. Y hacer lo posible porque a gente que conocemos viva el gozo de la Fe. Decía San Agustín que vivió mucho tiempo entre el ser o no ser cristiano y por fin entro de lleno al seno de la Iglesia: "Temo a Dios que pasa, por si no vuelve"

"VOSOTROS SOIS LA LUZ DEL MUNDO"

Otra imagen universal y muy fácil de entender. No nos damos cuenta de la necesidad de la luz hasta que sentimos la oscuridad. Los seguidores de Jesús estamos llamados a poner luz en la vida de nuestro alrededor, y de que forma más efectiva, podemos hacerlo. Desde nuestra manera de vivir "Los ejemplos arrastran" dice el refrán. La luz callada, pero eficaz de la ejemplaridad en el servicio, del compromiso voluntario por los otros, de la honradez, de la religiosidad, de la paciencia en las dificultades, incluso ate el sufrimiento y el dolor y aún en la muerte.

Hoy nos dice la Lectura del A. T. hablando de la caridad: "Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo... entonces brotará tu luz como la aurora..." La caridad es el mayor rayo de luz que podemos poner en la vida.

Y San Pablo en la Epístola, hablando de cómo hizo brillar la luz del Evangelio, nos dice: "Cuando vine a vosotros a anunciaros el testimonio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría..." San Pablo fue una torrentera de Luz. Mucho con sus palabras, las que podemos leer cada día. Más con su estilo de vida, entregado hasta la muerte. Sobre todo con la vivencia del amor. En él fueron siempre verdad aquellas maravillosas palabras que cantamos: "Si me falta el amor, no me sirve de nada"

"NO SE PUEDE OCULTAR UNA CIUDAD..."

Tercera imagen, también muy fácil de captar. Se ve, desde lejos, las ciudades puestas en lo alto. Y la luz no se enciende para que este oculta.

Cuando uno es sinceramente cristiano se nota. No hace falta que lo diga. Y si nada se notara, tendríamos que preguntarnos, qué pasa para que la fe no trascienda. Sin olvidarnos nunca que a la Fe la tenemos que alimentar. "O crece o muere"

Queridos hermanos de la lista, no cabe duda de que vivimos tiempos difíciles, en donde ser cristiano y mostrarlo al mundo, no esta de moda, es ir contra la corriente del mundo que nos toca vivir, por lo que día a día tenemos que dar la cara, y no ocultar nuestra condición de creyentes, como ya he dicho antes no es necesario hacer cosas extraordinarias, basta con hacer bien las pequeñas cosas y poner en ellas el sello del amor.

¡Qué maravilla de cristiana, luz y sal de su casa, de su pueblo, de todos, es Santa María del Señor!

Con mis pobres oraciones