Eucaristía

Veras los ojos de Dios

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística

                  

     

Recuerdo mis años infantiles: con mi hermano mayor acudía en las tardes domingueras a la parroquia. Allí, en exposición solemne, estaba en la custodia Jesús Sacramentado. Aquel hermano me decía con voz bajita: - Mira; mira fijamente la sagrada Hostia; verás en ella los ojos de Dios.

Yo miraba sereno, sentado el banco; mis ojos fijos, sin pestañear. Mientras tanto, mis piernecillas, en vaivén constante, incensaban a la Majestad divina. Yo veía allí unas leves sombras, los ojos del Amigo que siempre me han cautivado.

El alma goza cuando conoce una verdad oculta, y se desvanece de en éxtasis cuando descubre este Tesoro escondido. Suenan entonces en el espíritu melodías de campanas y acordes en cascada de órganos místicos.

Somos mayores. Cuando nos encontramos frente a frente ante las velas que ocultan a Cristo, - ¡Dios y hombre verdadero! - lo buscamos con afán; como María Magdalena, cuando observó el sepulcro vacío. Y no deseamos apariciones extraordinarias, pero sentimos una voz interior que nos dice: "Aquí estoy; venid a mí". Y en la custodia santa contemplamos los ojos de Dios.

La Eucaristía es para nosotros la verdad siempre antigua y siempre nueva. ¡La gran verdad! Es el Amor eterno: amor de millones de padres, amor de millones de esposas y amigos y madres y esposos. Nunca jamás podremos acostumbrarnos a El con rutina tibia. Tampoco se acostumbra la mujer enamorada al esposo bueno y tierno, también enamorado.

Miremos a los santos amantes de la Eucaristía; aprendamos de ellos. Su experiencia y su doctrina confirman nuestra certeza.