Eucaristía

Una y mil veces, siempre con El

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística                  

     

Un día de la vida, ¡único!, cuando el niño por primera vez se acerca al Gran Sacramento, lleno de candor acude antes al Sagrario en demanda de fuerza para ser obediente y generoso.

¡Regalo de Dios al hombre, obsequio inmenso concedido ya desde la infancia! Junto al alimento material, el pan espiritual que con gran fe y amor lo toma uno; lo comen mil y nunca se agota este manantial de vida eterna.

Desde niño te has acercado casi todos los días a recibir el manjar divino. ¡Debería trocarse tu existencia en armonía de agradecimiento! Debieras como los santos emplear la mañana en la acción de gracias, y la tarde en preparación para la comunión de la siguiente jornada.

"¡Quédate con nosotros tus hijos, oh divino Jesús; te pedimos lo mismo que un día los dos de Emaús!" Sea ésta tu jaculatoria mañanera. Y la vespertina: "¡Ven, ven Señor, no tardes!"

De comunión en comunión sería bueno que no se rompiera el hilo íntimo de gratitud, de gozo y esperanza, porque viene de la fuente más clara, de las aguas más limpias, del mismo Creador.

Que nunca se arrugue tu alma con la negrura de la tristeza; que si estás siempre con Él, ningún mal temerás.