Eucaristía

Transmitía fe y amor

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística

                  

     

¡Mi antigua catequista! Siempre recuerdo con gozo, como una de las mayores gracias actuales recibidas en mi vida, el haber sido educado por una catequista santa. Aquella mujer transmitía fe y gusto por las cosas divinas.

Al calor del amor a Jesús crecíamos todos todos los niños. Desde la más tierna infancia fue nuestra ilusión practicar a diario la santa Misa, la Comunión y la visita al Santísimo.

Comenzaba mi educadora su acto de catequesis pasando lista a los veinte niños que con regularidad acudíamos. Nos presentábamos cada uno de los alumnos con esta expresión: "Viva Jesús; sí; sí; sí." Las tres afirmaciones indicaban la asistencia en aquel día laborable a Misa, recibir a Jesús y una sencilla visita al Sagrario. Si en alguna ocasión habíamos de trocar el "sí" por un "no", se apenaba nuestra monitora y nosotros con ella.

¡Qué hermoso transmitir la propia vida interior cuando instruimos en la fe! Se trata de una manifestación de amor de enamorados al Señor, comunicada a los demás como una brisa que transporta perfumes de primavera. Me decían de una catequista sevillana: Todos los días, antes de iniciar su labor evangélica, permanece durante una hora a los pies de Jesús sacramentado.

Hemos de lamentarnos menos y esforzarnos más. Vivir como fundidos en Cristo. Si contemplamos más a tope nuestra verdad, incendiaremos el mundo en fervor e ilusión divina; como los primeros Apóstoles.

El Señor trocará nuestros corazones. Sólo hemos de colocarnos largos ratos en su presencia; como los santos de ayer, de hoy y de siempre.