Eucaristía

Iglesias cerradas, cárceles abiertas

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística                

     

En este mes celebramos, el día 14, en la mayor parte de España el día del Corpus. Las circunstancias políticas o laborales han hecho trasladarlo del jueves al domingo siguiente. El domingo saldrá, sí, Jesús de los templos donde está cerrado todo el año, y , la mayor parte del tiempo con doble llave, porque no se atreven nuestros pastores a abrir las iglesias por miedo a los ladrones y profanadores. ¡Oh, si fuera viva nuestra fe, qué bien custodiados estarían nuestros sagrarios del vandalismo callejero! Que reine el día del Corpus al menos Jesús en nuestras calles, acompañado de sus fieles hijos más fervientes.

Señor, en estos últimos años los templos se han ido cerrando a la adoración eucarística. Y, mientras tanto, abren sus puertas las cárceles de España para recibir el creciente número de delincuentes que inunda nuestra península. ¡Alarmante paralelismo!

Más de doce presos por cada diez mil habitantes es la cifra que llena de asombro nuestra sensibilidad cristiana. Hemos batido el récord de todos los países europeos. ¡Vergüenza nos da! Alrededor de cincuenta mil reclusos es nuestra población penitenciaria.

Al compás de la estadística de delincuencia, renquea el menguado fervor eucarístico. Cada día se clausuran más templos, porque disminuye la fe viva en la presencia real de Jesús en el tabernáculo.

"¡Hora es ya de levantarnos del sueño!" Algo nos diferencia de los paganos: el sagrario, la permanencia de Cristo en todos los pueblos, en todos los barrios de las ciudades. Pero vivimos de rutina. Sin renunciar a la fe, repetimos adormilados: Nuestro Maestro está presente con su cuerpo, alma y divinidad entre nosotros. Pero es preciso despertarnos de esa modorra de tibieza sacramental.

No basta con creer: has de ser consciente de tu fe eucarística. Practicar durante horas la adoración, reparación y petición delante del sagrario. En la anterior década, el número de reclusos en España era la mitad que hoy. Y el número de templos abiertos, casi el doble. Y si nos remontamos a tiempos preconciliares, sigue aumentando la proporción inversa.

¡Misterio de fe y de amor el regalo de Jesús en la Ultima Cena! ¡Misterio de indiferencia eucarística, el cristiano de hoy! Pero tú y yo, y con nosotros Cristo, somos mayoría aplastante. ¡A hacer palanca!