Eucaristía

Gozo y pena del adorador Eucarístico

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística                  

     

No es un contrasentido: sí; gozo y pena. Para entenderlo recurriremos al testimonio de personas santas, enamoradas de Dios en su encierro eucarístico. La nueva Santa, canonizada en Madrid el pasado 4 de mayo del 2003, Madre Maravillas de Jesús, nos guía en esta selva exuberante de vegetación mística.

"Empecé la oración de la tarde - nos dice -. Fue una oscura, pero grande la seguridad de la presencia del Señor en el Sagrario. Sentí entonces su Majestad y grandeza en el acto de adoración, percibí a la vez su completa pobreza. Todo lo que el Señor poseía en mí había de ser completamente suyo".

¡Gozo y pena en un mismo sentimiento! No es absurdo. Al ver al Señor tan grande, al contemplarlo como nuestro; al fundirnos con su divinidad en la comunión, ¿cómo no inflamarnos alma y corazón en gozo inexplicable? ¿Podrá haber nadie más feliz que yo, Señor, al recibirte, al saludarte, al decirte de tú a tú, que te amo y eres mi dueño y mi todo? Mi ser entero se ensancha y dilata.

"Después - nos afirma la santa - reemplazó poco a poco al gozo, un sufrimiento que llegó a hacerse muy intenso, aunque lleno de paz. Sentía al Señor muy escondido, encerrado en el misterio eucarístico. Y jamás lo podré encontrar de otro modo en esta vida. Yo deseaba a Él; no precisamente sus dones. ¡Qué dolor!"

Amigo del "Ameno Huerto". ¡Quédate junto a la custodia así: con este doble sentimiento de gozo y pena; verás renovadas tus fuerzas para entregarte al servicio de tus hermanos.