Eucaristía

Eucaristía del nuevo milenio

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística

                  

     

Año nuevo 2001, impar pero señero, porque estrenamos siglo, el XXI. Año 2001; como sin darle importancia, abre sus puertas anunciándonos el tercer milenio. Año en que se cierra el gran jubileo.

Cuando en la juventud pensábamos en los años dos mil, parecía algo increíble, como de ciencia ficción. Hoy nos encontramos en un nuevo milenio, recién nacido y sin historia, pero lleno de esperanza. Miro hacia atrás. Va pasando mi vida como arroyo de poco caudal que desemboca en el mar. He aprendido mucho, pero he saboreado muy poco. Quisiera en los tiempos que el Señor me conceda, una fuerte gracia para gustar en todo momento de las cosas de arriba; no de las de la tierra.

Cuarenta y tres añaos de vida sacerdotal son muchos años; cuarenta y tres de intentar sembrar la semilla del Evangelio en los corazones, es mucho tiempo. Un sacerdote de edad avanzada me decía: - Hasta ahora he estado hablando a los hombres de Dios. Ahora hablaré a Dios de los hombres. Me pareció maravillosa la idea. ¡Siempre apóstol! Siempre haciendo el bien a nuestros semejantes. Pero algo del deseo de nuestro sacerdote anciano podemos practicar aun en plena juventud. ¡De qué manera tan distinta reaccionarían las almas!

Este siglo debe ser ante todo eucarístico, conscientes de que Jesús, hecho alimento y compañía de los hombres, ha de salvar a esta generación que parece apartarse de las fuentes de aguas vivas. Antes de comenzar el milenio me he postrado a los pies de Jesús, pidiéndole esto con fe. Hemos de procurar desde ahora que cualquier acto apostólico ha de estar vinculado con el Sagrario; convencidos de que "ni el que siembra es algo ni el que planta, sino Dios que da el incremento". El cristiano no es un simple "voluntario". ¡No reduzcamos a eso nuestra vida apostólica! Necesitamos para el siglo XXI hombres y mujeres de Dios: intrépidos como Javier, contemplativos como Juan de la Cruz, adoradoras como Micaela del Santísimo Sacramento embelesada con Jesús y mártir de la caridad, con las rodillas desgastadas de tanto adorar al Señor, y los pies cansados de caminar tras las ovejas.

Año 2001, año de fervores eucarísticos para inundar a todo el mundo del hálito divino, del gozo del gran amor.