Eucaristía

El mismo de entonces

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística             

     

El mismo de entonces sois ahora, Señor. Ahora, que cierran las iglesias por miedo a los ladrones. Ahora que entran forajidos en los templos, porque muchos sacerdotes se encuentran lejos de su presbiterio, y los fieles callan y se contentan con recibirte de una forma rutinaria en la Eucaristía dominical.

Viene a mi pensamiento el nombre de aquel sacerdote, educador de jóvenes levitas, el Padre Nieto. El vivió delante de los sagrarios miles de horas, como estatua arrodillada en adoración profunda. De allí marchaba a su quehacer de amor y celo por las almas. Hoy, veinticuatro años después de su muerte, sigue animando a la adoración y pregona su testimonio a manos llenas.

Yo quisiera, Señor, continuar por el camino de las almas enamoradas de tus sagrarios. Diré con toda mi fuerza interior con Santa Micaela: "Es mi vida y alimento el Santísimo Sacramento. Tú, Señor eres mi quitapesares; mi pasión dominante." A ti acudo y me acerco en todos los ratos libres, que mi deber de entrega al trabajo y a los demás, me dejan.

Ya firmé, Jesús contigo un tratado de amistad eterna hace muchos años: Yo me ocuparé de ti, de tus cosas y problemas; y me olvido de los míos. Tú les darás solución.

Ni un sólo día he dejado de recibirte y visitarte. Encontré un rincón que nunca se cierra, y allí me tendrás contigo; porque he abandonado ya las viejas distracciones que adormecieron mi espíritu en los años locos.

Después de nuestras largas audiencias de amistad, no sé qué me pasa, Señor. Parece que Tú hablas a través de este altavoz de baja calidad, y mis almas entienden tu mensaje mejor que tras largas reuniones estériles o pesadas lecturas de "teologías" discutibles.

¿Qué podría yo hacer, Señor, para fomentar este amor al Sacramento como lo hicieron antaño tantas almas santas?