Eucaristía

Conversión Eucarística

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística                

     

Quince años había cumplido mi amigo íntimo. Y entonces Jesús le tocó el corazón. Una tía monja le regaló un librito, pequeño de tamaño, pero grande en el amor. Todavía recordamos su título: "Espíritu de Santa Micaela del Santísimo Sacramento", la gran enamorada del Sagrario. A su ejemplo debió mi amigo su conversión. ¡Bendita mujer, loca por la Eucaristía! Buscaba su fuerza y su luz arrodillada a los pies del Tabernáculo. No le bastaban las horas diurnas de vigilancia amorosa junto al Divino Prisionero; quitábale cuanto podía al sueño para indicarle al Maestro: ¡No puedo vivir sin ti!

A El exponía Micaela todos sus problemas en torno a la gran obra de reeducación de la juventud marginada que llevaba entre manos. Y así vivió la santa, entregada a la oración, esclava y mártir de la caridad. Para todo sacaba tiempo. Pero cuanto mayor era el agobio en la economía o la necesidad de una oveja descarriada, invertía más horas arrodillada en el reclinatorio de la iglesia, a los pies del Salvador.

Le llamaba a Jesús Sacramentado su "su vida y su alimento, su pasión dominante". Mi amigo leía las páginas del libro pequeño con lentitud; con paz; con lágrimas en los ojos. "Mi vida tiene que cambiar", se decía. Desde hoy quiero ser como esta santa: un enamorado de la Eucaristía.

Como esta persona real, otras muchas deben su conversión y entrega amorosa, a estos santos eucarísticos que nos han precedido. Que María, Madre de Jesús, la principal enamorada del Hijo de Dios, nos guíe hacia el Sagrario, como a nuestro amigo.