Eucaristía

Comunión Unión

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística                  

     

El santo Cura de Ars gozaba distribuyendo la Comunión. A veces derramaba copiosas lágrimas de consuelo. Solía afirmar: "A gusto me pasaría la jornada entera en este ministerio sublime". En aquel santo no cabía la rutina. Su fe era actual en cada uno de los momentos.

El mismo Jesús distribuido por San Juan María Vianney, el mismo de la Ultima Cena, es el que mañana recibiré dentro de mí. ¡Oh, si tomáramos el divino Sacramento con el alma llena de fe! Aun en el rostro se notaría un algo de emoción, de respeto y piedad, como en aquel seminarista de los años de mi juventud.

"Lo come uno, lo comen mil. Cuantos ellos, tanto Él; y no disminuye el manjar". Así cantamos con Tomás de Aquino en la misa del Corpus. Comen al Señor los pobres y los ricos; aglutinante de todos los hombres. "Cesen las malditas disputas y las peleas, porque en medio de nosotros está Cristo Dios".

Milagro de la Providencia, el grano de trigo convertido en espiga. Milagro del amor, el grano de trigo hecho alimento eucarístico; la misma carne de Jesús. Por encima de la vileza de los Judas y de las disidencias traidoras de los humanos, se alza la Sagrada Hostia, símbolo y realidad de unión, porque "si uno es el pan, uno somos la muchedumbre, puesto que todos de un mismo pan participamos".(1ª Cor. 10,17)

A veces, mejor que dialogar para marcar más nuestras diferencias, mejor, sí, resulta callar y tomar el Alimento Sagrado con unción: Él se encargará de unirnos en la verdad y caridad: ¡Comunión! ¡Permanecer fundidos en este amor común!