Eucaristía

¿Comunión fría en Navidad?

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística

                  

     

Aprecio la sinceridad de los santos. Imaginamos en ellos siempre un fervor sensible de tales quilates que nos dejan a los simples cristianos boquiabiertos. ¡Nada de eso! Los santos tuvieron sequedades y distracciones; se sintieron algunas temporadas como incapaces de dominar del todo la rutina. Aunque, eso sí, siempre trataron de superarse. Pero, Señor, en esta Navidad dadnos la gracia de una Comunión llena de calor. No me importa que sea seca, porque no siempre nieva en Navidad, pero que sea llena de calor.

Hace pocos años, en el 98, el diez de mayo, era beatificada la Madre Maravillas, restauradora de un buen número de Carmelos en España. Ella nos lo cuenta así: "Esta mañana, después de comulgar con la frialdad de costumbre, me pareció que el Señor estrechaba mi alma diciéndome que descansara allí, sobre su corazón". Aquel frío se disipó, y se sintió llena de felicidad; una gran paz y dulzura llenaba su alma y su cuerpo. Y prorrumpió después su alma en afectos abrasados hacia el Señor hecho eucaristía por nosotros. De allí sacó fuerzas para fundar nuevos Carmelos, para animar a sus compañeras de religión en el amor a Dios y al prójimo. ¡Dadnos, Señor, en estos días gozar de la Comunión con el mayor fervor!

No hemos de desanimarnos por nuestras crisis de aridez en el trato con el Señor Sacramentado. Humillarnos, sí, delante de Él. En cualquier momento, cuando menos lo esperemos, Jesús, después de una Comunión o en el transcurso de una visita, dará nuevo impulso a nuestras almas para que sigamos caminando y alentando a otros en el camino hacia Dios.

Eso sí; que en estas fiestas de tu nacimiento, no dejemos entrar en nuestra alma la tibieza espiritual por falta de mortificación o el apego a caprichos necios.