Eucaristía

Bodas de Oro

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística                  

     

Para mí hoy es un día memorable; del todo eucarístico: cincuenta años exactos de mi Primera Comunión. ¿Cómo agradeceré a Dios tanto favor? Desde entonces, he recibido a Jesús en más de quince mil ocasiones. Ríos caudalosos de gracia han inundado mi alma. ¡Qué confianza con El! Si dijiste, Señor: "Quien come mi carne y bebe mi sangre, tendrá vida eterna", ¡cómo ha de ser mi esperanza de salvación!

Medio siglo es mucho tiempo para los humanos. Lo llamamos bodas de oro. Medio siglo resulta escaso para amarte, Señor. ¡Necesito la eternidad!

Me alegro oyendo el canto del ruiseñor, y contemplando la aurora tibia en un día de verano. Alegrarme en la unión contigo sería poco decir. ¡Es tu contacto horno de amor; es fusión con tu cuerpo; nido de descanso; refugio del caminante; medicina del enfermo; casa solariega del Padre celestial; fuente de vida eterna.

¡Cuántos años, Señor, son la historia de mis amores contigo! Tú eres ya mi esperanza sin retorno hasta la posesión eterna. Pero viene a mi mente ahora la otra cara de mi relación de amor. Pobre ha debido de ser la disposición de mi alma, pues no soy santo. A lo largo de los años no he sabido vibrar día a día con la intensidad de quien acude al Banquete Sagrado, cuyo alimento es Cristo. Desde mañana, cuando comiencen ya a contar las bodas eternas de mi unión contigo, prepara Tú mi pobre corazón. Y la Virgen María, que tanto sabe de amores, adorne un poco mi alma, y me enseñe a comulgar.