Eucaristía

Apóstoles Eucarísticos

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística                  

     

Causa admiración recordar a aquellos jóvenes que después del trabajo del sábado marchaban en sus bicicletas por carreteras de Andalucía a celebrar en ambiente rural la fiesta del Señor. Se trataba de algo hasta entonces nada común: hacer notar a todos los habitantes de pueblos y cortijos que Jesús se hace presente en la Misa, y permanece desde ese momento en el sagrario para ser nuestra compañía, alimento, fortaleza y consuelo durante toda la vida terrena.

Había promovido esta campaña del Sagrario abandonado, en la primera mitad del siglo XX, el obispo don Manuel González: un enamorado de Jesús hecho alimento. La explosión de fervor eucarístico estalló en nuestra Patria, y se extendió por el continente americano. Ahora a nosotros toca mantener y fomentar este amor.

Es el Altar y el Sagrario lugar de nuestra cita semanal y aun diaria. Admirables quienes marchaban por pueblos andaluces a proclamar con su actitud y su palabra: "Horas de Misa, horas de esperanza. Sagrario, albergue de reposo del espíritu; manantial de abundantes gracias; resorte de fortaleza y alegría; solaz y descanso en la existencia humana; surco donde el mismo Dios hace una siembra de amor".

Misa y sagrario: cielo y visión de la bondad misericordiosa de Jesús. La verdadera vida mística de Eucaristía no radica en el temor, sino en el amor que nos envuelve locos de gratitud; en el amor que todo lo llena. La ilusión de sagrario trueca la noche en día, la esperanza en posesión de único bien.

¡Enamorarnos de Jesús! Entonces, sí, seremos apóstoles de su Eucaristía.