Eucaristía

Eucaristía, tercer milenio, nuevo estilo

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística

 

 

POESÍA EUCARÍSTICA

Según dicen los científicos, el tercer milenio comenzó en 2001; estamos pues en la misma puerta; lo hemos abierto ya. 

Nos asegura nuestra jerarquía que se impone una nueva forma de evangelizar; y así tiene que ser, porque en las últimas décadas el estilo ha sido de lo más pobre y anodino en fervor eucarístico, aunque la pastoral científica nunca haya estado a mayor altura.

Conocemos misioneros que tenían como propósito no anunciar el Evangelio, sino pre - evangelizar; ofrecer un servicio desinteresado; hacer beneficencia; luchar contra la opresión. Como si de esta manera exclusiva se pudiera predicar la gloria de Dios.

Es preciso que los católicos nos manifestemos de una manera explícita; que no nos dé apuro llevar incluso un signo externo que exprese lo que somos; un algo que denote nuestra disposición constante para "entrar en tema".

La religión católica transformará nuestra sociedad; el fervor eucarístico moverá los corazones más endurecidos. ¡Dadme iglesias abiertas, dadme centenares de adoradores nocturnos y diurnos. Dadme líderes religiosos, obispos, sacerdotes y seglares comprometidos eucarísticos sin ningún complejo, y estaremos ya en el núcleo mismo de la nueva evangelización!

Necesitamos gente con vocación eucarística, fieles y jerarquía; almas de comunión bien preparada y de acción de gracias serena. Con Eucaristía en fe sentida y vivida, podemos manifestar a todos nuestra experiencia religiosa personal; hablar de Dios desde nuestra convicción con verdadero espíritu de Pentecostés.

Han pasado los tiempos de la vergüenza y el disimulo. Hemos de quitarnos la careta inhibitoria, y algo visible debe aparecer que nos identifique ante la sociedad: amor, humildad, fervor, valentía.

¡Aquí estamos, Jesús del Sagrario, unidos para la nueva Evangelización!



ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN

Rendido a vuestros pies, oh Jesús mío, considerando las inefables muestras de amor que me habéis dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo vuestro adorable corazón, os pido humildemente la gracia de conoceros, amaros y serviros como fiel discípulo vuestro, para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que generoso concedéis a los que de veras os conocen, aman y sirven.

Mirad que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Vos como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar. Mirad, que soy muy rudo, oh soberano Maestro, y necesito de vuestras divinas enseñanzas para luz y guía de mi ignorancia. Mirad que soy muy débil, oh poderoso amparo de los flacos, y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Vos para no desfallecer. Sedlo todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, lumbre de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad.

De Vos lo espera todo mi pobre corazón. Vos lo alentasteis y convidasteis, cuando con tan tiernos acentos dijisteis repetidas veces en vuestro Evangelio: "Venid a mí, aprended de mí, pedid, llamad." A las puertas de vuestro Corazón vengo, pues, hoy; y llamo, y pido, y espero.

Del mío os hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tomadlo Vos, y dame en cambio lo que sabéis me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.