En el ameno huerto deseado

Tu fe ilumina

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística

 

                  

En repetidas ocasiones me has mostrado tus angustias: la fe es oscura; como objeto oculto tras densa niebla, cuyo fulgor se intuye.

En tu primera juventud parece que el sentido religioso encontraba su fulcro en los padres de tu fe: ellos acogían dudas y objeciones. Tras la consulta brillaba tu decisión religiosa; laguna de aguas limpias.

Lamentas ahora una vez más con resignación la niebla en que está envuelta tu relación con Dios. Y añoras la época de tu primera conversión. Entonces aparecía el horizonte tan claro y atractivo... Ahora, en cambio, la oración te resulta árida. Y el largo túnel nunca llega a su fin.

-¿"Habré perdido el sentido de la fe?" - te dices.

Pero, ¿no observas? En el fondo, tu alma siente el amor a Dios como roca inconmovible. Por nada lo abandonarías. Incluso con frecuencia admiras con santa envidia a los mártires cristianos, y sueles exclamar: "En Ti, Señor, he esperado, jamás quedaré confundido."

Dile a tu Dios desde lo más profundo de tu alma.: "Gracias por el don de la fe; y gracias, sobre todo, por su oscuridad. Gracias por la aridez en la oración. Así te puedo mostrar cuánto te amo, cómo me fío de Ti. Tú lo sabes, Señor, no te sigo por el placer de la oración. Sólo busco mi fuerza en tu amor, y deseo ser: faro luminoso para los principiantes; apoyo para los más débiles; ejemplo para quienes titubean. Sólo te ruego esto: consérvame en tu amistad, y no permitas que jamás me aparte de Ti."

Tu fuerza ahora será total, como en los años floridos de tu primera entrega, pero con mayor hondura.