En el ameno huerto deseado

Nuestra fe, abrirá las Iglesias

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística                     

 

Me gusta el recuerdo eucarístico de mis años lejanos. Me gusta rememorar las funciones con Jesús expuesto en la custodia en los meses de junio, llenos de calor y juventud. En aquellos templos labró el Señor mi corazón en fervores de presencia real, en compromisos de un amor para siempre.

     - Oh, si comprendieran todas las personas la realidad de un Dios 
hecho alimento y compañía! Habría colas delante de la iglesias para
permanecer junto a El unos minutos. Y si las encontraban cerradas,
permanecerían firmes hasta que el sacerdote se dignara abrir las
puertas para dar oportunidad a la audiencia Eucarística.

     El Siervo de Dios, Don Manuel González, obispo de Málaga y
Palencia, solía decir cuando pasaba junto a un templo cerrado: "El
cura de esta iglesia o está enfermo, o no es  bueno."

     Tú y yo, hermano, vamos a aprovechar todo lo posible el tiempo,
y permanecer junto a Jesús en el Sagrario al menos media hora diaria.
Allí nos ejercitaremos en  actos de amor, en deseo de servirle, en
súplica por la santidad de las personas consagradas. Cuanto más
espiritual e intenso sea nuestro acto de amor, mayores nuestros
frutos interiores de apostolado. Las almas enamoradas han conquistado 
el mundo, y lo han convertido en Reino de Dios.

     Pasan los  años. Todo va cayendo. Permanece para siempre Cristo
en la Eucaristía. El estará con nosotros hasta la consumación de los
siglos.

     Si hoy se encuentra olvidado, tú y yo somos responsables. 
Nuestra fe abrirá las iglesias y arrastrará a las almas hacia  el Sagrario.