En el ameno huerto deseado

¡Sigue adelante!

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística                     

 

Recuerdas con añoranza los días felices de tu primera conversión. Dios Padre colmaba tu espíritu de un gozo envolvente, como fragante aroma de la flor del azahar en naranjal leva ntino. Todo resultaba entonces ágil y transformante: aun la lucha contra las pasiones más violentas.

Con frecuencia has leído en los libros del espíritu sobre personas aventajadas: ellos dieron en poco tiempo pasos de gigant e en los caminos de la oración.

Tu realidad ha sido muy otra, después de una plena dedicación a la fatigosa tarea de escalar modestas cumbres de perfección.

Y asoma a tu semblante la tristeza; y un murmullo de queja brota de tu interior. ­ Cuántas horas de cultivo generoso en el jardín de tu alma, y todo ha resultado una continua lucha contra la cizaña de las distracciones! Como el labrador que agota sus jornadas en quitar semillas de mala hierba. ¨Para eso mi decisión? - decías por lo bajo.

Y es normal, hermano, que sufras con la ausencia. Por algo el gran Maestro de la oración, San Juan de la Cruz, clamaba: " Mira que el mal de amor sólo se cura, sino con la presencia y la figura". Y es justo que tu alma brinque de gozo con la grata presencia del amado. Pero Cristo llegó a exclamar en lo más triste de su oración: "Dios mío, Dios mío, ¨por qué me has abandonado? Y en Getsemaní oró así al Padre: "No se haga, Señor, mi voluntad, sino la tuya."

Vamos juntos a decirle a Dios, nuestro Padre, con el Kempis: "Si quieres que esté en tinieblas, bendito seas Tú, y si quieres que esté e n la luz, también seas bendito." Así llegarás a comprender a tus herma nos que gimen ante tribulaciones muy superiores a la tuya; así tu corazón amará a su dueño con corazón puro y no egoíst a; así ayudarás a otros a caminar con su cruz de trabajos y desvelos. Que es te valle es de paso, y debemos añorar con frecuencia nuestra Patria común y eterna."